15 DE JUNIO DE 2019
El diario digital "Chile Informa" acaba de publicar su tercera y última entrega conteniendo la Declaración de Principios del Partido Republicano. Habiendo leído sus 18 puntos, le he escrito, presa de la mayor incredulidad, a su director y editor, Fernando Martínez Collins, para que me responda si es verdad lo que he leído (o no leído), es decir, que en todo el documento, que aborda los principales problemas chilenos y sus soluciones, no hay una sola referencia, ni una, a la falsificación histórica de lo que fue el Gobierno Militar, a la crisis del estado de derecho y del debido proceso ocasionada por la prevaricación judicial generalizada imperante en los juicios contra ex uniformados; a los centenares de Presos Políticos Militares ni a la dictadura judicial que ha instituido el robo legalizado al erario de más de seis mil millones de dólares hasta hoy --y aumentando a razón de 400 millones por año--, para enriquecer al violentismo de extrema izquierda como indemnización por habérsele impedido tomar el poder por las armas.
Como no he recibido respuesta, he releído los 18 puntos de la Declaración de Principios del Partido Republicano nuevamente, en las tres últimas ediciones de "Chile Informa", y ratificado que no hay nada de lo que debió haber sobre los aspectos señalados.
Yo creía que el motivo fundamental del éxodo de la UDI de José Antonio Kast, Ignacio Urrutia y otros militantes había sido el renunciamiento implícito de esa colectividad a defender los postulados anteriores, en particular cuando derogó de su Declaración de Principios el elogio y defensa del Gobierno Militar escrito de puño y letra por su fundador, Jaime Guzmán. Ahora veo que no fue así.
Ahora entiendo por qué se está fundando, junto con el Partido Republicano, otro partido, Fuerza Nacional, en cuya escritura constitutiva sí constan, y de manera muy explícita, todos los reconocimientos y constancias cuya omisión se extraña en los 18 puntos del Partido Republicano.
A diferencia de este último, Fuerza Nacional sí me dio a conocer anticipadamente el texto de su Declaración de Principios, con el cual manifesté mi conformidad, pues contenía los reconocimientos y prevenciones que faltan en la de los republicanos.
Este episodio me recuerda la fecha de la consumación de una de las mayores traiciones políticas de la historia patria, la entrega del Informe Rettig, en 1991. Instrumento sesgado, inconstitucional e injusto, que fue la consumación de la traición histórica encabezada por Patricio Aylwin a las Fuerzas Armadas y de Orden a las cuales él y los demás líderes demócratas habían convocado en 1973 a poner término a los atropellos de la UP.
La Armada, la Fuerza Aérea y Carabineros emitieron entonces declaraciones melifluas y ambiguas de tácito acatamiento a la ignominia, pero el Ejército requirió mi concurso para redactar su declaración y yo convencí a los altos oficiales a cargo de que no debían arriar la bandera y sí debían impugnar el humillante texto, cosa que la institución hizo y la llenó de honra. Lamentablemente, poco más de una década después otro comandante en jefe consumó su lamentable rendición incondicional ante la izquierda subversiva.
Y más lamentablemente aún, del Partido Republicano ahora nadie me consultó nada y su Declaración de Principios omitió lo sustancial y no tiene, entonces, nada que envidiarles a las de RN y la UDI tras sus respectivos y penosos desfallecimientos ante el piñerismo, la izquierda y el No. Ahora sólo le falta ingresar a "ChileVamos a la Izquierda".
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