26 de febrero de 2025
Hermógenes Pérez de Arce
Cuando Augusto Pinochet entregó el poder Chile se abastecía ciento por ciento de energía hidráulica barata y no contaminante. Si hubiera sido reelegido en 1988, se habría aprobado Hidroaysén, un proyecto de centrales de pasada que habrían aportado la mitad de la energía al sistema interconectado central. Michelle Bachelet después desechó Hidroaysén.
Hoy y desde hace una década Chile está estancado por muchas razones, y tal vez la más importante es el costo de la energía. Esto lo explica el experto Douglas Pollock, internacionalmente conocido, en un artículo cuyo resumen reproduzco a continuación:
Su alto costo en Chile es consecuencia de políticas de los últimos cinco gobiernos, derivadas del Acuerdo de París. Éste intentó comprometer al mundo ante un supuesto e inminente cambio climático catastrófico (ex calentamiento global) causado por las emisiones de gases de efecto invernadero, principalmente el dióxido de carbono.
Esas medidas implican una guerra declarada a los hidrocarburos y sus primeras víctimas han sido el transporte, la industria y la generación eléctrica. Para reducir hasta eliminar las emisiones, se ha provocado el encarecimiento y la contracción sistemática del consumo de energía.
La ONU, junto a una infinidad de ONGs que parasitan de los gobiernos de Occidente, nos han prometido un “desarrollo sustentable”, que no es otra cosa que la aplicación de regulaciones, leyes, impuestos y subsidios que han encarecido la energía, han causado la pérdida de competitividad, la fuga de capitales, el éxodo industrial, la inflación, el desempleo y el estancamiento económico, sin ningún impacto en el clima que sea medible por instrumento alguno creado por el hombre.
Gracias a sus "méritos" y a una disparatada “sustentabilidad” o “sostenibilidad”, Chile fue laureado por la ONU con el premio “Champions of the Earth” en diciembre de 2017. Pero no existe nación alguna que haya crecido y prosperado sin haber aumentado el consumo de energía. Cuando en un país sube su costo, todo lo demás sube, causando el decaimiento de su economía. Ha sido el caso chileno.
Tampoco existe país alguno donde, aumentando la generación solar y eólica, el precio de la electricidad haya bajado. Pues las llamadas ERNC (energías renovables no convencionales) hacen que el precio INEVITABLEMENTE aumente, a medida que su penetración en una red eléctrica se incrementa. Chile no es la excepción y bien lo saben los consumidores.
El desarrollo sustentable prometido es, en consecuencia, un oxímoron y lo que con él se ha logrado es una regresión garantizada.
¿Qué debería ofrecer y hacer, de salir elegido, un candidato que se comprometa con el desarrollo de Chile en las próximas elecciones?
Según Douglas Pollock, a lo menos lo siguiente:
- Eliminar los impuestos específicos a los combustibles, pues ya no se justifica seguir pagando por los daños del terremoto del 3 de marzo de 1985, cuando se establecieron.
- Eliminar todo impuesto verde y regulación de los que han estrangulado la economía chilena. Bachelet, en su “plan de acción nacional de cambio climático”, dejó al país con 96 impuestos y regulaciones en 2017. Piñera tomó ese plan como peldaño para seguir “avanzando” la obra de su antecesora. procediendo a desmantelar las generadoras a carbón para luego anunciar la utopía de las emisiones cero-neto hacia el 2050,
Yo añado otro dato anterior de Pollock: mientras Chile suprimía sus generadoras a carbón, China e India aumentaban en 90 las que tenían. La “ruta energética de Chile” hace lo contrario, con sus “11 mega compromisos” y su “ley marco de cambio climático”, hoy vigente desde 2022 con el apoyo de Chile Vamos.
- Eliminar el retrógrado impuesto al carbono, que ataca directamente a la industria pesada y que el gobierno acaba de aumentar en 100% para subsidiar la más reciente alza del precio de la electricidad, nuevamente con el apoyo de Chile Vamos.
- Eliminar todo subsidio a las ERNC y permitir la competencia en la generación eléctrica frente al usuario final, similar a lo que se hizo en 1994 en Telecomunicaciones, permitiendo que el usuario final y no una empresa decidiera con quién realizar sus llamadas de larga distancia. Asimismo, permitir la competencia en igualdad de condiciones para toda forma de energía y, desde luego, las basadas en combustibles fósiles, permitiendo la accesibilidad y asegurando la estabilidad de la red eléctrica nacional.
- Derogar la Ley 21.455 o “Ley Marco de Cambio Climático”.
- Derogar la ley que traspasa el costo de inversión en transmisión eléctrica al consumidor final, impuesto que, en realidad, es un subsidio a la inversión en energías renovables.
- Derogar la ley de transición energética que subsidia (y salva de la quiebra) a empresas de energías renovables, subsidio que obliga al consumidor a pagar a través del fondo de congestión que, teóricamente, estaba destinado a bajar el precio de la electricidad.
- Cerrar el ministerio de Medio Ambiente creado por Bachelet.
- Cerrar la superintendencia de Medio Ambiente creada por Piñera.
- Reducir al mínimo el ministerio de Energía y los organismos con él relacionados.
- Poner fin a la guerra a los combustibles fósiles y retirar a Chile de la UNFCCC y del Acuerdo de París, aprobado por la centroderecha, que representa un grado más alto de pérdida de soberanía nacional, y constituye el principal promotor de las leyes, impuestos y regulaciones promulgadas en los últimos diez años y que han sofocado el desarrollo energético y la economía de la nación en nombre de salvar al planeta de un no-problema.
Cualquier política pública que no considere como esencial el acceso a una matriz de energía estable, abundante y económica, jamás podrá lograr el desarrollo del país. Claro lo tienen los mayores emisores mundiales de gases de efecto invernadero, como China, Estados Unidos, Rusia e India. Pero Chile, con una miserable contribución a un 0.22% de las emisiones globales, va en el sentido opuesto.
De llevarse a cabo las medidas mencionadas, liberando su economía del yugo climático que siempre pagan los más pobres, Chile podría reconquistar la senda del crecimiento perdida hace ya casi dos décadas. Y recuperar su primer lugar de América Latina.
De no hacerlo, seguirá en regresión y la miseria la sufrirán las generaciones venideras.
Fuente: http://blogdehermogenes.blogspot.com/
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