14 de febrero de 2025
Hermógenes Pérez de Arce
El ministro de Justicia, Jaime Gajardo, comunista, apartándose de la misión de su partido de disimular la intervención venezolana en el asesinato del refugiado teniente venezolano Ronald Ojeda, ha culpado al gobierno de Maduro, al decir en La Tercera de ayer que es similar a los atentados contra el general Carlos Prats en 1974 en Buenos Aires y contra Orlando Letelier en Washington en 1976, los cuales habrían, según él, "sido ordenados por la dictadura". Pero está probado que esto último es falso, pues ha sido acreditado que ni la Junta ni su presidente ordenaron esos atentados.
Y esto lo saben mejor que nadie los norteamericanos, pues ellos le dieron nueva identidad al autor de ambos, Michael Vernon Townley, y buenos medios de vida, a cambio de que "les contara todo". Y Townley públicamente aseguró que ni la Junta ni Pinochet sabían de los atentados que el coronel Manuel Contreras le encargó a él.
En cambio el nexo del gobierno venezolano con el crimen de Ojeda sí se ha acreditado, pues así lo han declarado testigos que recibieron pagos por el cometerlo, provenientes de Diosdado Cabello, mano derecha de Nicolás Maduro. A la vez, está reiteradamente comprobada la ninguna relación que hubo entre el presidente de la Junta chilena y de esta misma con Michael Townley, el autor de los atentados contra Prats y Letelier. En esa certeza lo entregaron al FBI, pudiendo no haberlo hecho con sólo cumplir la orden de detención de un juzgado del crimen de Concepción contra el norteamericano en un proceso relativo al silenciamiento del canal 13 durante la UP.
La completa desvinculación de la Junta con los atentados vino a ser ratificada por el propio diario de gobierno de Ricardo Lagos, La Nación, bajo la presidencia de éste. El 28 de agosto de 2006, y siendo La Nación diario oficial del régimen, Townley le declaró haberle dicho al coronel Manuel Contreras: "Pero, a mi juicio, el error más grande ha sido no informar a Su Excelencia (...) Acepto que hay cosas de las cuales es mejor no informar más arriba, pero la eliminación física de alguien en el exterior, especialmente en Estados Unidos, con todos los riesgos y consecuencias, no es una de ellas" (La Nación, 28 de agosto de 2006.)
Pinochet y la Junta decidieron entregar a Townley a Estados Unidos en 1976, por el caso Letelier, debido a su certeza de no tener nada que ver con él. Desde luego, el hijo de Letelier, Juan Pablo, también comprobó lo mismo y declaró a Raquel Correa en El Mercurio del 4 de junio de 1995: "Lo que he dicho es que no hay ninguna evidencia que fluya del proceso de miles de fojas que permita sostener que hay participación del Ejército ni de su comandante en jefe en el asesinato de Orlando Letelier".
En cuanto a Prats, la defección a occidente del jefe del KGB Vasilii Mitrokin, cargado de papeles del KGB, permitió saber que dicho general recibió en 1974 diez mil dólares soviéticos para organizar la resistencia contra la Junta chilena y que, dadas las buenas relaciones del mismo Prats con el peronismo, los rusos lo utilizaron para obtener entrevistas con la señora de Perón, Isabel Martínez. Todo eso puede encontrarse documentado en mi libro "Historia de la Revolución Militar Chilena 1973-1990", páginas 111 y siguientes de la tercera edición, donde están las citas del correspondiente libro de Mitrokin.
En 1974, antes del atentado contra Prats, el coronel Contreras había sido convidado por el jefe de la CIA en Santiago, Ray Warren, a visitar su cuartel general en los EE. UU, donde Contreras trabó amistad con el subdirector de la CIA, general Vernon Walters, quien le escribió: "La Agencia no puede prestar a apoyo a actividades que puedan calificarse como 'represión política interna'. En relación con esto la Agencia ha recibido con mucho agrado la circular del Ministerio de Defensa de 17 de enero de 1974, en la que se dan instrucciones para el tratamiento de los prisioneros, las cuales siguen las normas de la Convención de Ginebra de 1949. Esperamos que su gobierno continúe adhiriéndose a esas normas" (Ekaizer; "Yo Augusto", Buenos Aires, 2003)
Eso prueba que no había "sistemático atropello a los DD. HH." Y como el FBI dio a Townley una nueva identidad y medios de vida suficientes a cambio de que éste le contara todo, los norteamericanos saben de primera fuente, sus propios labios, que ni Augusto Pinochet ni la Junta de Gobierno conocían nada de sus atentados.
Y todo eso es más que suficiente para derribar la tesis del ministro Gajardo de que el crimen encargado por Diosdado Cabello contra Ronald Ojeda es similar a los casos Prats y Letelier. Q.E.D.
Fuente: http://blogdehermogenes.blogspot.com/
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