2 DE JUNIO DE 2024 

 

 

 

 

 

Hermógenes Pérez de Arce


Los socialismos reales, como el que está en el poder en Chile, buscan solucionar problemas matando gente. El Libro Negro del Comunismo, obra de varios intelectuales franceses, documentó que hasta la época en que se publicó (años 90) los socialismos reales habían matado 100 millones de personas. Javier Milei suele repetir que han sido 150 millones y sospecho que la diferencia se debe a que contabiliza las hambrunas provocadas por las colectivizaciones de tierras en Rusia, China y otras naciones,  gobernadas por el comunismo.

Matar gente como solución está en su ADN y por eso en su cuenta pública Gabriel Boric anunció que va a patrocinar el aborto libre mediante una ley. Matando el cigoto, embrión o feto es la manera en que muchas mujeres solucionan sus embarazos no deseados. Es decir, matando a otra persona, como lo es desde la concepción, aunque, por mandato de la naturaleza, esté dentro del cuerpo de una mujer. 

Andrea Bocelli, que nos visitara hace poco, reveló que antes de nacer él le recomendaron a su madre que abortara, pero ella se negó y lo tuvo. Y nació ciego, pero ha sido muy exitoso y aparentemente feliz, para bien de la Humanidad. 

En estos días hay una defensa humanitaria internacional de una joven presa política cubana a la cual el régimen comunista quiere obligarla a abortar en la cárcel, a lo cual ella se niega. El movimiento solidario a su favor ha logrado que no la sigan presionando para que mate a su criatura.

Boric, que está "a la izquierda del comunismo", según propia confesión, necesita, para legalizar la muerte de quien está por nacer --se lo informo desde ya, porque parece no estar enterado, como es habitual en él-- una reforma constitucional. Pues nuestra Carta, que es civilizada y ha sido dos veces ratificada por el pueblo en estos dos últimos años, "protege la vida del que está por nacer". 

También propone, anunció ayer, consagrar la eutanasia, es decir, la muerte de las personas mayores que la soliciten. Quiere legitimar lo que, en el lenguaje común, se llama "suicidio asistido" y que constituye el delito penado en el art. 393 de nuestro Código Penal. Es decir, busca despenalizar esa forma de homicidio a petición de los interesados que sufren enfermedades dolorosas. 

Esto no lo entiendo bien, porque él ha citado, en su cuenta pública, el caso de una persona que sufre grandes dolores y pide que alguien les ponga término quitándole la vida, en circunstancias de que todo el mundo sabe (y yo mismo lo he sabido desde niño por experiencia familiar) que cuando los sufrimientos son muy grandes los médicos prescriben morfina, a sabiendas de que ésta los alivia, pero acorta la vida del paciente.   

Yo desconfío profundamente de estas "autorizaciones para matar" conferidas por ley. Si la gente está viviendo más, reconózcanlo en la legislación y aumenten la edad de jubilación para que las personas se autosustenten más años, pero no confieran a terceros autorización para acortarles la vida para deshacerse de ellos, que es lo que en el fondo busca el proyecto. 

"Es que", dicen, "aumentar la edad de jubilación es impopular". Típico de la izquierda y la centroderecha entreguista. En lo único que piensan es en la próxima elección. La mayoría parlamentaria no debe hacerse cómplice de matar sólo porque esté en el ADN de los socialistas. 

Y lo está tanto que en Chile acordaron, en todos sus consejos partidarios desde 1965 en adelante, que la vía armada era la que debían adoptar para suprimir la "democracia burguesa", durante la cual perdían las elecciones. Y lo acordaban por unanimidad, aunque para el exterior se proclamaran "demócratas", como le gustaba a Salvador Allende, mientras entregaba armas a los grupos militarizados de la UP, con las cuales se proponían matar a los que se les opusieran, por supuesto. Los comunistas eran menos letrados y mataban directamente, como al senador Jaime Guzmán, a los escoltas de Pinochet y a tantos más. Pero como son maestros en dar vuelta las cosas, después posaron de víctimas, como si no hubieran sido ellos los agresores.

Aprovecho de rendir homenaje a Heriberto Novoa, carabinero asesinado por la izquierda mientras resguardaba la Llama de la Libertad, en 1980. Por supuesto Aylwin en 1990 suprimió la Llama e indultó a los asesinos, no sin antes pedirles perdón con lágrimas en los ojos.

Supongo que ni la centroderecha entreguista y ni siquiera los DC y exDC, Amarillos y Demócratas actuales, le van a entregar los votos a Boric para que exista aún mayor licencia para matar de la que ya hay y que tiene aterrorizado al país, comenzando por la ministra del Interior.  

Fuente: http://blogdehermogenes.blogspot.com/

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