miércoles, 16 de enero de 2019
La UDI terminó de traicionar su origen y su pasado cuando finalmente cambió su Declaración de Principios y la adaptó al estado de ilegalidad impuesto en Chile por la extrema izquierda. Lo que Groucho Marx decía como humorista (“estos son mis principios, pero si no le gustan, tengo otros”) la UDI lo hizo en serio. Pero de manera hipócrita, casi sin publicarlo.
Pues cuando RN traicionó su origen y pasado, al menos lo hizo de manera franca: “se dio vuelta la chaqueta” públicamente y se pasó al “No” encabezada por Sebastián Piñera y cambió su Declaración de Principios al gusto del centro y de la izquierda. En cambio la traición de la UDI ha sido solapada. Debemos a “El Mercurio” conocer su nueva Declaración de Principios, pues por lo menos la publicó, lo cual los dirigentes de la UDI se habían abstenido de hacer, probablemente porque les da vergüenza. Y se avergüenzan con razón, porque la nueva versión es parecida a la declaración que hizo la mayoría de la Corte Suprema al confesar, en marzo de 2015, que había dejado de aplicar las leyes con respecto a los militares que combatieron y derrotaron al terrorismo marxista y había recurrido a “los tratados internacionales” para condenarlos burlando la legislación interna. Había taxativas declaraciones anteriores de la misma Corte Suprema defendiendo la aplicación de la Ley de Amnistía y fallos posteriores al año 2000 negando la aplicabilidad de tratados internacionales al enfrentamiento armado chileno interno, entre ellos las Convenciones de Ginebra. Todo ello fue echado por la borda por la nueva mayoría pro marxista del más alto tribunal, que finalmente halló la misma “quinta pata al gato” que la UDI ahora utiliza (“los tratados internacionales”) para pasarse al bando de la venganza comunista contra los militares que les vedaron a los rojos tomarse por las armas el poder.
Todo esto forma parte de lo que he llamado “la miseria de la chilenidad” actual y que es un mal general, pues también ha alcanzado a los uniformados activos, con escasas excepciones. De hecho, cuando llevé a la Academia de Historia Militar, dependiente del “nuevo” Ejército, mi “Historia de la Revolución Militar Chilena”, en la cual se desmiente con pruebas la especie de que el régimen de 1973-90 haya tenido como política violar los derechos humanos y se destaca su aporte al ascenso de Chile desde la zaga de los subdesarrollados hasta la cabeza de América Latina, su consejo me respondió que la obra “se alejaba” de sus puntos de vista y me devolvió el original. Entre paréntesis, acabo de entregar para su distribución a librerías la tercera edición de la citada obra.
Con razón en algún blog anterior me referí al Gobierno Militar chileno como “el politraicionado”, pues dudo que a algún otro régimen nacional del pasado tantos y tan variados sectores y personajes lo hayan hecho objeto de tanta traición. Y hasta naciones extranjeras, en particular los Estados Unidos, cuya inepta política exterior los llevó a perder países completos que cayeron en manos de sus enemigos, como Vietnam e Irán, el primero al costo de 55 mil norteamericanos muertos y billones y billones de dólares. En el caso del Gobierno Militar chileno, los norteamericanos se dieron el lujo de traicionarlo pese a que rescató a nuestro país de las manos del comunismo sin un soldado norteamericano muerto ni un dólar de apoyo extra y sin facilitarnos una sola bala, sino al contrario, pues la Enmienda Kennedy redujo toda ayuda y así favoreció al comunismo y a los enemigos de Chile. Tanto que su autor, el senador Ted Kennedy, se hizo acreedor a una condecoración por parte del gobierno de Michelle Bachelet, supongo que por señalados servicios a la misma causa marxista-leninista que ella abrazó desde su más temprana juventud.
El país está anímicamente mal porque ha perdido la conciencia. Está materialmente bien porque no ha derogado el modelo socio-económico que heredó del Gobierno Militar, pero todos los ideales han sido traicionados, todos los valores han sido transados y la conducción ha quedado en manos de un “dealer” que sólo busca popularidad personal, aunque sea al costo de cualquier principio. Por eso, tras la traición de la UDI, han surgido espontáneamente corrientes nuevas que procuran rescatar, primero, la verdad; y luego restablecer tantos ideales, valores y principios, entre ellos ni más ni menos que la integridad de la soberanía nacional, que el “dealer”, en sus transacciones de exclusivo beneficio personal, ha ido y seguirá dejando botados por el camino.
Fuente: http://blogdehermogenes.blogspot.com/
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