3 DE SEPTIEMBRE DE 2022 

 

 

 

 

 

Hermógenes Pérez de Arce


Hoy en la revista Sábado de El Mercurio aparece el escritor de izquierda Alberto Mayol diciendo que Michelle Bachelet es el "símbolo de una época, hija de un militar torturado y asesinado, ella y su madre fueron detenidas y torturadas. Este es un símbolo de la transición".

Nada de eso es verdad. Sin perjuicio de lo cual lo cree el 78 % de los chilenos, que votará mañana en consecuencia. Los del 22 % restante no contamos para nada. Sabemos que éste dejó de ser nuestro país. Pues una mayoría engañada elegirá entre la ruina inmediata (Apruebo) y la ruina postergada en el tiempo (Rechazo para preparar otra Constitución). 

A los partidarios de mantener la actual nos han pedido desaparecer para que no gane el Apruebo y lo hemos hecho. Pero yo, por lo menos, saco de manera transitoria aquí la cabeza a la superficie porque no estoy dispuesto a dejarlos que mientan demasiado impunemente, pues:

1) El general Bachelet no fue torturado ni asesinado. Sí fue procesado por haber fraguado entre 1970 y 1973 la toma violenta de la base El Bosque de la FACH por el MIR y oficiales de izquierda como él. Los respectivos procesos de la FACH están documentados en el libro "Proceso a una Traición", del periodista DC Ricardo Boizard. Allí consta que el general Bachelet nunca, en los interrogatorios, admitió tener culpabilidad. Era obvio que nadie lo torturó para declararse inocente.

2) Sí es verdad que en 1974 estaba en la cárcel, porque otras personas lo habían incriminado en el complot. Compartía celda con el senador socialista Eric Schnake, quien declaró a la revista Qué Pasa que Bachelet falleció tras un partido de básquetbol desaconsejado para su condición cardíaca: "Se sintió un poquito mal. Paramos el partido y Bachelet cayó a suelo". Murió de un infarto. (P. 149 de mi libro "Terapia para Cerebros Lavados").

Cuando la ley 19.980, años después, consagró un bono de diez millones de pesos para los deudos de los muertos del gobierno militar, Michelle Bachelet, la "mujer símbolo de la transición", no tuvo inconveniente para cobrarlo por su padre fallecido de un infarto. ¡Y se lo pagaron! ¿Quién dijo que mentir no era rentable? Muchos años después un ministro sumariante de izquierda "legalizó" ese cobro, pues en una sentencia inverosímil dictaminó que el general Bachelet había muerto víctima de las torturas. Nuevo desembolso fiscal.

Bonus track: La senadora Isabel Allende, cuyo padre se suicidó, también cobró el bono como si lo hubieran matado los militares (ver p. 388 de mi libro antes citado). Chicas de izquierda buenas para cobrar.

3) Lo de las posteriores torturas a madre e hija tampoco fue verdad. Michelle Bachelet, en los años 70, era ayudista del MIR (ver su biografía de Andrea Inzunza y Javier Ortega) y como tal fue detenida durante seis días junto a su madre, que "no relata torturas físicas a su persona pero sí un duro trato" (La Segunda, 18.11.04).

Por mi parte, vi a Michelle reconocer personalmente en la televisión, cuando fue designada ministra de Salud, que no había sido torturada, "pero mi madre sí", añadió entonces. Lo que, según acabamos de ver, no era verdad. Entrevistada por El Mercurio de 23.04.00, tampoco habló de torturas durante su detención. Pero ya candidata presidencial, en El Mercurio del 14.11.04, no resistió más tiempo diciendo la verdad y resolvió hacer un upgrade a "torturada": "Sí, me torturaron, me cuesta recordar detalles. Como que se me bloquearon los malos recuerdos". 

Y entonces esa otra mentira quedó instalada urbi et orbi. Tanto que muchos años después recuerdo una entrevista suya en la televisión norteamericana, ante un grupo de cuatro viejas cluecas elegantes y maquilladas en exceso que la rodearon cacareando, todas completamente subyugadas por el cuento de que hubiera sido torturada y hubiera tenido una hija fuera del matrimonio, que era visiblemente lo que encontraban más cool.

4) Falta todavía el broche de oro de los asertos falsos de Mayol, el declarar a Michelle Bachelet: "un símbolo de la transición". Porque tampoco hubo esa "transición". La misma terminó el 11 de marzo de 1990, en que cesaron de aplicarse los artículos transitorios de la Constitución y entró de lleno a regir su articulado permanente. Después simplemente hubo vida democrática definitiva y no transitoria en el país pujante, libre y progresista que legó Pinochet, que comenzó a vivir los mejores 30 años de su historia a partir del "segundo milagro chileno". Éste consistió en que sus opositores mantuvieran el Ladrillo casi intacto y sólo le rayaran la pintura,. Claro, Chile creció cada vez menos, pero mantuvo hasta 2019 el primer lugar de América Latina, cuando estalló una insurrección armada que el presidente en ejercicio no fue capaz de sofocar y cuya rendición incondicional nos ha traído al punto en que nos encontramos hoy: decidir si nos vamos al diablo al contado ("Apruebo") o a plazo ("Rechazo" para volver a reformar), tirando El Ladrillo a la basura.

Los partidarios de la actual Constitución y de El Ladrillo casi no existimos y nos dividimos entre los que se fueron, los que se van a ir y la minoría de los que nos vamos a quedar tratando de salvar lo que se pueda de las exacciones de los del "Apruebo", del "Apruebo para Reformar" y del "Rechazo para hacer una que nos una", todos los cuales, con sus nuevos 4/7 para robar más fácil (en eso consisten "los cambios"), quieren repartirse lo nuestro lo antes posible.

Fuente: http://blogdehermogenes.blogspot.com/

.