8 DE AGOSTO DE 2022
Hermógenes Pérez de Arce
Hoy 8 de agosto se cumplen doce años de una mentira flagrante que una mayoría de ministros de la Corte Suprema, orgullosamente, comunicó urbi et orbi ("a la ciudad y al orbe") como si fuera verdad inconcusa. Lo más sorprendente, el orbe mayoritariamente aplaudió y minoritariamente guardó silencio. Es sabido que, respecto a Chile, en todo el mundo se miente tanto o más que en el propio Chile.
En efecto, el 8 de agosto de 2000 se publicó el fallo en que catorce ministros de la Corte desaforaron a Pinochet, imponiéndose a una minoría de seis que insistían en fallar con la verdad, respetando la ley y, por tanto, en rechazar el desafuero.
Aquella mayoría triunfante entregó a la publicidad, ufana, un largo fallo confirmatorio del desafuero del senador vitalicio y expresidente Augusto Pinochet del Senado, basados en que éste estaría "encubriendo" a media docena de militares, a su vez secuestradores de un gran número de extremistas de izquierda, a quienes supuestamente mantenían privados de libertad desde 1973 hasta 2000.
Casi todos los supuestos secuestradores ya estaban cumpliendo condenas de presidio en el penal de Punta Peuco, de modo que, entonces, la mayoría de la Suprema suponía que, a la sazón, mantenían a sus numerosas víctimas en sus calabozos de dos por tres metros.
Por supuesto, allí no habrían cabido ni siquiera tres individuos de las decenas de supuestos cautivos. Pero, como decía Lenin (verdadero mentor de algunos supremos), "si los hechos contradicen a la Revolución, peor para los hechos". La única manera de eludir las leyes sobre amnistía, prescripción y cosa juzgada era mintiendo.
El principal gestor del desafuero fue el entonces diputado comunista Hugo Gutiérrez, que manejó como quiso al ministro instructor de primera instancia, Juan Guzmán, y extrajo de él la resolución que el propio Gutiérrez había leído entonces en la Plaza Montt-Varas ante las cámaras, micrófonos y "chicos de la prensa" venidos de todo el mundo a transmitir la noticia. Pues Pinochet había sido demonizado por el KGB, en rara complicidad con el New York Times, el Washington Post y la revista Time, entre muchos, y convertido en "enemigo público número uno" de la Humanidad.
¿Novedad? Ninguna. Hoy la Corte Suprema y tribunales inferiores siguen mintiendo y prevaricando igual, ingentes cantidades de dinero mediante, en juicios contra militares. Punta Peuco ya está lleno. Todavía pueden venir decenas de miles de fallos igualmente mentirosos e ilegales como el del 8 de agosto de 2000. Y mucho más caros.
Pero las efemérides nacionales, aunque sean de nuestras mayores infamias, hay que celebrarlas.
Fuente: http://blogdehermogenes.blogspot.com/
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