19 DE MARZO DE 2021 

 

 

 

 

 

Hermógenes Pérez de Arce


Hugo Gutiérrez es comunista, valiente, trabajador y sin escrúpulos, en ese orden. Piñera sabe lo que calza y por eso ha procurado amigarse con él y lo ha convidado a La Moneda, junto con otros parlamentarios rojos, para fotografiarse juntos. Pero Gutiérrez no se vende, lo odia y en todas las ocasiones públicas en que puede se le acerca y le grita "¡ladrón!" ante la cámara, lo cual queda registrado.

Gutiérrez defiende judicialmente a los izquierdistas que matan militares y civiles y se querella contra los militares que matan a esos izquierdistas. No ve en ello la menor inconsecuencia. 

Cuando en los 90 Gladys Marín inundó los tribunales con querellas contra el expresidente Pinochet y no pasaba nada, por falta de fundamentos reales para incriminarlo, Hugo Gutiérrez, patrocinador de muchas de ellas, tomó a su cargo al ministro sumariante Juan Guzmán, ante quien se tramitaba una por las muertes registradas al paso de la comitiva del general Arellano (de las cuales Pinochet ni siquiera supo). 

Entonces tomó a su cargo al sumariante Juan Guzmán, pese a que éste había sido partidario de Pinochet y había asegurado a sus abogados que no había nada de qué preocuparse a raíz de la querella que manejaba. Nadie sabía "la chichita con que se estaba curando". Gutiérrez agarró a Juanito entre sus colmillos y fue armando todo un cuento. Hizo lo que quiso. En mi libro sobre ese caso, "La Verdad del Juicio a Pinochet", hasta registro a un militar que apareció diciendo una cosa en "La Tercera", en la mañana de un día, y luego todo lo contrario en "La Segunda" de esa misma tarde, sobre un episodio de la comitiva. El oficial confesaba que entremedio lo había visitado Hugo Gutiérrez en su casa y le "había iluminado la mente". Así manejó ese proceso.  

Y ese juicio ocupó la atención mundial, porque el nombre de Pinochet había sido hecho famoso por el KGB soviético y, en concreto, Pinochet era y es el chileno más nombrado (negativamente) de la historia en el resto del mundo. Pero la historia no sólo lo absolverá, sino que lo elevará a la altura en que merece quedar, porque sin Pinochet el comunismo no habría sido borrado del mapamundi, como lo fue. 

Como el KGB manejaba en esos años, entre muchos, a los "liberals" norteamericanos, mientras el "New York Times" en 1976 escribía 66 editoriales en contra de la Junta chilena, bajo cuyo gobierno había 2 mil muertos, dedicaba sólo cuatro editoriales a criticar al comunista Pol Pot y su Khmer Rouge de Camboya, que mataba a un millón y medio de personas de una población de siete millones. 

Como lo probé en mi citado libro, el juicio contra Pinochet no tenía fundamento alguno. Pero, como lo reconoció el historiador Gonzalo Vial al citarme, "no era el derecho lo que estaba en juego". Por eso sucedía que pasaba por Chile la Secretaria de Estado norteamericana Madeleine Albright y podía permitirse opinar que Pinochet debía ser condenado en el juicio. Y acá la prensa informaba del caso al son propuesto por el mismo Gutiérrez, a través de su títere Juan Guzmán. Así fue como el primero le extrajo al segundo un auto de procesamiento contra Pinochet dirigido a desaforarlo del Senado, del cual el ex presidente era integrante designado. Juan Guzmán, a todo esto, viajaba al exterior a recibir premios izquierdistas en numerario y se hizo universalmente famoso gracias a Pinochet. Tanto que cuando el exjuez hace poco falleció, hubo diarios europeos que recordaron "su heroísmo" al intentar condenar al prócer chileno, olvidando al deus ex machina Hugo Gutiérrez, que fue el que en realidad "armó todo el cuento".

Ese "juicio por los diarios" y sin fundamento fue terrible al nivel de opinión pública. La petición de  desafuero del senador llegó a la Corte Suprema y el clima creado por la izquierda atemorizó incluso a dos ministros pro-derecha, llegados al más alto tribunal gracias a los votos UDI y RN en el Senado. En medio de su pánico y como no encontraban la manera de clavar el puñal en la espalda de don Augusto sin acusarlo de un delito que, sabían, no había cometido, optaron por declararlo entonces "encubridor". Lo negociaron así y al final la mayoría se inclinó por esta tesis. 

La relatora de la causa ante la Corte Suprema, Ana Gloria Chevesich, tampoco se atrevió a relatar la evidencia que había leído en las páginas que debía resumir a los ministros, páginas que dejaban claro que no había una sola prueba de la responsabilidad de Pinochet. En ese tiempo ya se sabía que Ana Gloria no estaba sometida a la izquierda, pero cuando yo vi que "no se atrevió" a reflejar toda la verdad en su relación del caso, que fue públicamente transmitida, ya supe que la política se lo había tomado todo por completo. Y como la política en Chile marcha al compás que marca izquierda, no había más remedio que someterse a la fatalidad de que una mayoría iba a desaforar a Pinochet, que fue lo que sucedió.

Pero quedó una minoría de "jueces-jueces" de los de antes, respetuosos del derecho, valientes y no politizados, que dejaron constancia en sus disidencias de que no existía ningún fundamento para desaforar a Pinochet. Uno de ellos, el ministro Osvaldo Faúndez, lo puntualizó así, y nunca nadie lo contradijo ni lo desmintió: "No existen antecedentes para sospechar que el señor Pinochet haya tenido en (los hechos) participación como autor, cómplice o encubridor. Como autor mediato o como cómplice, porque de la minuciosa revisión de la causa, hoja por hoja, no aparece elemento de prueba o de juicio alguno, ni testimonial ni de ninguna naturaleza, de que el senador hubiere dado o podido dar orden de matar ni menos de secuestrar, o que pudiera haberse interpretado en tal sentido; y como encubridor, porque los encubridores intervienen con posterioridad a la perpetración de un delito, una vez ejecutado, y los secuestros que se supone, en la forma como han sido forjados, se siguen cometiendo actualmente y, como delitos en ejecución, no pueden tener encubridores".

En derecho correspondía rechazar el desafuero, pero sólo seis de veinte supremos se atrevieron. El país se hallaba bajo el hechizo de la exitosa traición de Aylwin a los militares y del mismo pánico generalizado ante la violencia comunista que perdura hasta hoy. Tanto que había columnistas de derecha, que antes habían aplaudido a rabiar a la Junta durante 16 años y que, sin embargo, ahora mencionaban cumplidamente en sus artículos "las tropelías de Pinochet", para no ser funados o algo peor. 

Cuando en 2001, en mi referido libro, que fue primer best seller muchas semanas, dejé comprobada la inocencia de Pinochet, una sola voz significativa de apoyo se levantó en la prensa: la de Arturo Fontaine Aldunate, exdirector de "El Mercurio", quien en un artículo en "La Segunda" quiso dejar constancia de que nadie había desvirtuado parte alguna de dicho libro. Años después, en 2008, Gonzalo Vial, en su biografía de Pinochet, se refería también a ese libro y comentaba: "Nadie recogió el guante". Pues, explicaba, el tema en discusión no era el derecho, por supuesto. Era un "juicio por los diarios", armado por un político comunista y para políticos temerosos de los comunistas, es decir, para todos.

Ahora la Armada se ha querellado contra Hugo Gutiérrez por haberla calificado de "asociación ilícita terrorista", pero nadie lo puede encontrar para notificarlo. Me recuerda cuando en 1973 el almirante José Toribio Merino, que se había querellado contra el Mapu Oscar Guillermo Garretón por intentar sublevar a la marinería, informado de que Investigaciones no podía encontrarlo para detenerlo y, sin embargo, viéndolo en la pantalla disertando impune en un foro de TVN, tomó la decisión de que la "cosa no daba para más" y escribió un papelito a sus colegas del Ejército y la Fuerza Aérea, que les envió con el almirante Huidobro ese domingo 9 de septiembre y que comenzaba notificando: "El Día D es el 11 y la Hora H las 06.30". El resto es historia. Pero entonces, y con Merino, "la cosa no daba para más", pero hoy, sin Merino y, peor aún, con Piñera, la cosa puede dar para mucho, mucho más y mucho peor; y Hugo Gutiérrez puede seguir gozando del estatuto privilegiado que le han conferido los chilenos.. 

Fuente: http://blogdehermogenes.blogspot.com/

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