14 DE FEBRERO DE 2021 

 

 

 

 

 

Hermógenes Pérez de Arce


Preveo que en 2021 el país se terminará de ir al diablo, tarea destructiva que comenzó una minoría el 18 de octubre de 2019 y a la cual, inexplicablemente, poco después (a partir del 15 de noviembre) una mayoría también se sumó, porque a la minoría violenta se plegaron los muertos de miedo de la derecha y, juntos, acordaron el desguace del país, tarea hoy en pleno desarrollo. 

Entonces, por ahora se hace cada vez más previsible que, cuando se alcen las restricciones impuestas por la pandemia, se reanudará de lleno la violencia destructiva. 

La siguiente imagen de Santiago, descrita por su habitante don Diego Ramírez Toro en carta de ayer a "El Mercurio", se hará extensiva en 2022 a todo el territorio: "El eje principal céntrico... la Alameda, es una sucesión de espacios pintarrajeados, agredidos, vandalizados, donde imperan manifestaciones del feísmo y del imbunche... Desde Plaza Baquedano no es una ciudad reconocible para sus habitantes. Es un lugar hostil. Iglesias incendiadas, patrimonio y mobiliario público destruido, construcciones que dieron forma y carácter a la ciudad desde el siglo XIX... monumentos y obras de arte, torturadas con consignas absurdas. El terror hecho carne en quienes habitan y trabajan en los barrios Lastarria, Parque Forestal, Los Héroes, incluso zonas interiores del centro. Una urbe irreconocible para quien la hubiera visitado hace sólo un par de años y hoy retorna. El espectáculo de carpas, viviendas precarias, gente viviendo en la calle y durmiendo en colchones a la intemperie, produce desolación. Santiago no tiene futuro. Cada vez irá degradándose más. Nadie quiere vivir en un mundo tan irreal y propio de la locura como el que se despliega ante nuestros ojos..." 

Eso se generalizará a todas las ciudades. Ya sucedió en Pänguipullli.

Pues es de prever que durante 2021 y cuando las restricciones, el toque de queda y los encierros cesen gracias a la vacuna, la izquierda violenta volverá por sus fueros y hará extensivo el panorama de la capital a todo el país que, como es bien sabido, está indefenso ante la violencia, como se acreditó por enésima vez en la citada Panguipulli. 

Entonces Chile ya no será un territorio en que la gente quiera vivir... salvo que en marzo de 2022 asuma un gobernante autoritario, que imponga mano dura y reconstruya el país próspero y triunfante que nos legó Pinochet. Pero eso, según todas las encuestas, no va a pasar. Ya el país enloqueció. Basta ver el calendario electoral de este año para saber que perdió la razón. 

Eso por una parte. Y por la otra, no habrá una nueva Constitución en 2022. El filósofo ex comunista y hoy columnista moderado, Max Colodro, escribe hoy en "La Tercera": "Y en este Chile en que ni siquiera somos capaces de ponernos de acuerdo en lo que mostraron las imágenes de Panguipulli, vamos a sentarnos todos juntos a escribir nada menos que una nueva Constitución". 

Imposible. Por eso mi pronóstico para 2022 es que no habrá plebiscito de salida ni una nueva Constitución. Ambas fuerzas contendientes serán capaces de bloquear la Convención. Y, desde mi punto de vista, al menos, es preferible como país irnos al diablo y vivir en Chilezuela bajo la actual Constitución que bajo un engendro surgido de una Torre de Babel como será esa Convención. 

Fuente: http://blogdehermogenes.blogspot.com/

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