31 DE DICIEMBRE DE 2020 

 

 

 

 

 

Hermógenes Pérez de Arce


Si 2020 fue malo, 2021 será peor. Porque si bien este año ha reinado la peste, en el que viene reinará la izquierda, es decir, la violencia. La izquierda no sería nada sin la violencia. Piñera le entregó todo por temor a ésta.

Del virus uno puede esconderse, pero de la izquierda no, porque está en todas partes, te funa, te miente, te amenaza, te cobra, se queda con la plata y después le echa la culpa al modelo y te quita tu libertad y tus cosas. Y lo peor es que lo hace con el aplauso de la mayoría, que acá casi nunca entiende nada de nada, repite los eslóganes comunistas y ahora mismo persigue a los únicos que nos protegen de la violencia. 

Mi mujer se enoja cuando le digo que en 2020 yo no lo he pasado mal. Las cuarentenas las he matizado jugando ajedrez contra un computador que habla y es muy agresivo. Mi rival robot también se enoja porque lo mantengo en el nivel básico y así le puedo ganar, por lo cual me reclama y me desafía a que lo suba de nivel, porque sabe que así me derrotaría. Pero yo ¡las huinchas!, no lo subo. Además, es muy insolente y cuando "se me van los pavos" me dice: "¿Qué eres tú, un vendedor? Sólo un vendedor haría una tontería semejante". 

No sé qué tiene contra los vendedores, a los que siempre he considerado muy vivos. Por lo menos a mí muchas veces me han logrado vender cosas que no quería comprar. Cuando estaba recién recibido de abogado hubo uno que me vendió cincuenta libros que no me interesaban. Era uruguayo, su apellido era Barreiro y cuando le pregunté cómo lo había hecho para hacerme firmar 24 letras por el precio, me contó que en los Estados Unidos le habían enseñado a venderles a los demás cosas que no querían comprar. 

Pero entre esos cincuenta libros leí varios y hubo uno que resultó muy importante para mí: "La Tribu Que Perdió Su Cabeza", de Nicholas Monsarrat, un novelista que relataba cómo una isla del África del Norte, que era la colonia británica más próspera del continente, se alzó en una revolución, mató al gobernador y a los empresarios y agricultores ingleses que no alcanzaron a arrancar, e hizo todo con la cooperación de izquierdistas británicos venidos de la metrópoli a "avivar la cueca" y ayudar a la revuelta: curas como Berríos, periodistas como Matamala e intelectuales como Atria. Todos partidarios de reemplazar el orden establecido, ayudar en la agitación y convencer a los nativos de que las cosas debían cambiarlas en favor suyo despojando a los ingleses. 

Pero "la tribu que perdió su cabeza" terminó más pobre y bajo la dictadura de un nativo educado en Oxford, descendiendo a ser el país más atrasado de África, algo así como Chile durante la UP, tras haber sido el más próspero, algo así como el Chile heredado del gobierno militar. Pero la dictadura se conservó orgullosamente independiente y violenta, mientras los izquierdistas ingleses que la habían azuzado y entronizado eran los primeros en huir de ella y volver a su país. Luego huyeron los blancos sobrevivientes, con una mano por delante y otra por detrás, habiendo perdido sus empresas y sus tierras. 

Es decir, todo un proceso semejante al que está viviendo Chile desde el 18 de octubre de 2019 y la posterior rendición de Piñera y la derecha el 15 de noviembre, fecha oficial a partir de la cual el país realmente se jodió.

Si bien el 2021 va a ser, como dije, ciertamente peor, podría terminar bien si se da el improbable caso, evidentemente milagroso, de que los chilenos elijan a un presidente de derecha, capaz de imponer la mano dura esencial para que Chile funcione. A partir de ahí podría ser posible volver a reconstruirlo, como lo hicieron en su oportunidad Pinochet y la Junta. Si no, prepárense para tener el dólar a luca, porque las reservas y los fondos previsionales que lo sujetan tienen límite; todo para terminar tan encalillados como Argentina y después convertidos en Chilezuela. Así, quedará como una ironía del destino el que, para evitar precisamente esto último, una mayoría hubiera votado en 2017 por Piñera. Por supuesto, el único que alertó al país fuí yo, pero acá hace años que nadie me hace caso.

Con esto termino y me preparo para ganar la presidencial, después trabajar por la última instancia salvadora, el triunfo del Rechazo en el plebiscito de salida de 2022 y, en lo inmediato, para activar el tablero-computador y soportar que mi "simpático" contendor me acoja con su acostumbrada frase de bienvenida: "Hello, how about a nice game of chess?", a la cual replico casi siempre jugando peón cuatro rey, que es la apertura que manejo mejor. 

Nos volveremos a ver este otro año.

Fuente: http://blogdehermogenes.blogspot.com/

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