miércoles, 28 de marzo de 2018
Cuando la libertad en Chile está a punto de perder la guerra, siempre acude a su rescate alguien, en la última instancia de la batalla final, para salvarla. Fue lo que sucedió un 11 de septiembre de 1973 cuando las Fuerzas Armadas y Carabineros nos salvaron de caer en el marxismo-leninismo sine die. Ha sucedido ahora, cuando el Tribunal Constitucional ha rescatado a la libertad de enseñanza a punto de ser sepultada por la nueva Ley de Educación Superior.
Pero así como Napoleón decía que en la mochila de todo soldado francés siempre iba un bastón de mariscal, en la mochila de todo chileno van la hoz y el martillo del socialismo real. Por eso hasta la Revolución Militar Libertadora, que consagró en 1981 la ley que dio libertad para fundar universidades, no pudo impedir que alguno de sus redactores sacara de su mochila su hoz y su martillo y añadiera una línea marxista-leninista: “pero no podrán tener fines de lucro”.
Esto último es lo mismo que reservar las universidades para el Estado, porque ¿quién va a invertir en educación superior si no podrá ganar nada? ¿Cómo va a vivir? Entonces el único que tendrá universidades será el Estado, que sí puede perder o no ganar nada porque funciona “con la plata de los demás” y si se le acaba pide más.
Es decir, no sólo el art. 63 objetado por el TC es inconstitucional, sino la norma misma que prohíbe el lucro desde 1981 también lo es, porque para tener libertad de enseñanza hay que, primero, sobrevivir, y nadie puede sobrevivir si no gana algo con lo que hace.
Este rasgo socialista (muy popular) de “no al lucro” subsistió porque se ideó una fórmula para eludirlo y generar ganancias que funcionó muy bien: la universidad no ganaba nada, pero todas las sociedades que le prestaban servicios sí. Al amparo de ese resquicio nació una gran “industria” de decenas de universidades a las cuales fluyeron capitales nacionales y extranjeros y un millón de jóvenes chilenos pudieron entrar a la enseñanza superior que antes les estaba vedada.
En la minería le había sucedido lo mismo al Gobierno Militar, porque los uniformados que llevaban la hoz y el martillo en su mochila deslizaron en la Constitución la norma, impuesta antes por Allende, de que todas las minas eran del Estado, basados en una mentira popularísima: que esas minas eran “de todos los chilenos”. ¡Anda a pedirle al Estado que te dé tu parte, como chileno, y yo te diré dónde te van a pegar la patada!
Pero Pinochet se dio cuenta de que la minería no iba a despegar con esa norma constitucional y llamó a “Piñera el Bueno” al rescate, que creó el derecho real de concesión minera igual al dominio y solucionó el problema.
Bueno, el “no al lucro” en las universidades se había solucionado con un resquicio generalmente aceptado y por eso hubo ganancias y éxito.
Hasta que los revolucionarios de la hoz y el martillo se tomaron las calles y levantaron como consigna “¡no al lucro!” que era lo mismo que decir “no a la libertad de enseñanza, sí al monopolio estatal”. Y comenzó la persecución contra el lucro ya bajo el V Gobierno de la Concertación de “Piñera el Malo”. Entonces se interrumpió el flujo de capitales a la actividad y los que ya habían quedado “cazados” en ese mercado intervenido han procurado sobrevivir y rentabilizar malamente sus inversiones a través de firmas controladoras que generaban ganancia. Y entonces el gobierno de Michelle Bachelet 2.0, ya reciclada a sus orígenes marxista-leninistas de cuando era ayudista del MIR y conviviente del vocero del FPMR y militaba en el PAIS de extrema izquierda que compitió fuera de la Concertación en 1989, quiso dar el golpe mortal a la libertad de enseñanza superior e ideó este art. 63 que implica marginar a los particulares de esa actividad. Pero el TC la salvó.
Entonces, ahora el marxismo-leninismo, sus “compañeros de ruta”, sus “tontos útiles” (así los llaman ellos, no yo, que jamás los insultaría de esa manera) y sus “kerenskys”, se han fijado como objetivo liquidar al Tribunal Constitucional, último bastión de la libertad. Ya liquidaron el otro reduciendo a los militares a su papel de presos políticos sin nadie que los defienda y con los uniformados activos diciendo “yes” a todo y mirando para otro lado mientras sus camaradas de otrora quedan caídos tras las líneas enemigas y la judicatura marxista-leninista se ha dado un festín de ilegalidades a expensas de ellos y prepara todavía otro mayor con la petición de que se abran 37 mil causas por supuestas torturas entre 1973 y 1990 para que lleguemos al siglo XXII con más decenas de miles de “vivos” pidiendo más y más plata fiscal porque alguien supuestamente lo maltrató y para probar lo cual les basta con un certificado trucho de algún parlamentario de izquierda que te lo entrega sin otro requisito que tu promesa de votar por él.
¡Tribunal Constitucional, has sido heroico y eres el último bastión de la libertad! A los militares del ’73 los metieron presos, a Jaime Guzmán lo mataron, a José Antonio Kast lo agredieron y fracturaron y el comunista Manuel Riesco llama a molerlo a palos. ¿Quién podrá dfendernos? TC, eres un último bastión de la libertad. Manuel Rodríguez hoy te gritaría: “¡Aún tenemos libertad de enseñanza, ciudadanos!” Salvemos la que nos queda. Defendamos al Tribunal Constitucional
Fuente: http://blogdehermogenes.blogspot.cl/
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