Gonzalo Rojas Sánchez


El proceso constituyente se origina en actos de violencia extrema desde el 18 de octubre de 2019, los que son convalidados de modo ilegítimo por el acuerdo del 15 de noviembre de ese año.

Participamos en el plebiscito de entrada del 2020 votando Rechazo para tratar de evitar el proceso. Perdimos.

Participamos en la elección de convencionales del 2021 para tratar de evitar la hegemonía de la izquierda. Perdimos.

Participamos en el plebiscito de salida del 2022  votando Rechazo para evitar que el proyecto entrara en vigencia. Ganamos.

Participamos también en el plebiscito de salida votando Rechazo para cerrar el proceso. Perdimos porque…

Al margen de toda voluntad popular se decidió desde el Congreso iniciar un segundo proceso y se fijaron 12 bases para enmarcarlo. Correspondía hacer un nuevo plebiscito de entrada para aprobar esa idea, pero se lo omitió. Y, paralelamente, se decidió bajar los quórums de reforma de la Constitución vigente a 4/7, facilitando enormemente su reforma en caso de seguir vigente.

Participamos en la elección de constituyentes del 2023 para, por segunda vez, tratar de evitar la hegemonía de la izquierda. Ganamos.

Cuando votamos por nuestros candidatos sabíamos que, desgraciadamente, tenían que trabajar dentro de las 12 bases. Ninguno de nuestros constituyentes dijo en su campaña que dejaría de trabajar para redactar el mejor texto posible. Acusarlos de traición por haber trabajado es miserable.

Nuestros constituyentes hicieron un trabajo de categoría, en el fondo y en las formas, y cumplieron con aprobar un texto para ser plebiscitado. El texto tiene muchas virtudes y algunos defectos; tiene, además, disposiciones que mejoran la actual Constitución de Ricardo Lagos. Sostener que el texto es producto del neomarxismo no solo es una enorme sandez, sino que es doblemente miserable.

El Partido Comunista y las izquierdas –duras y blandas– votan En Contra, precisamente porque el texto les resulta inaceptable.

Si gana el A Favor, se podrá defender el texto con la legitimidad del respaldo popular y, después, se le podrán hacer las modificaciones que resulten convenientes. Hay una mejor opción de cerrar el proceso, aunque no está garantizada, obviamente.

Si gana el En Contra, el Partido Comunista desplegará toda su fuerza, apoyado en el respaldo electoral, para iniciar un tercer proceso. Si no lo logra, al menos se contentará con incitar a las izquierdas para que, aprovechando los 4/7, hagan reformas a la Constitución vigente que deterioren por completo nuestro sistema constitucional.

No solo está en juego, por lo tanto, la aprobación o rechazo de un texto, sino la posición estratégica en que unos y otros quedaremos después del 17 de diciembre.

Votar En Contra es votar con los comunistas y, eventualmente, entregarles en bandeja la conducción estratégica del futuro inmediato de Chile. ¿Tiene sentido, después de 4 años de esfuerzos y sufrimientos, entregarles en bandeja esa victoria?

Fuente: https://viva-chile.cl/2023/11/el-proceso/

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