Miércoles 27 de diciembre de 2017
"La respuesta depende de qué se entienda por derecha, o por derechas, más bien, porque es de toda evidencia que son muy heterogéneos los grupos, personajes y electores...".
Desde que Sebastián Piñera ganó la elección presidencial se ha dicho con frecuencia que el suyo fue un triunfo de la derecha. ¿Será así?
La respuesta depende de qué se entienda por derecha, o por derechas, más bien, porque es de toda evidencia que son muy heterogéneos los grupos, personajes y electores que le dieron la victoria al empresario candidato. Piñera lo sabe, y las colectividades que lo apoyaron lo aceptan. Todo bien hasta ahí. El problema es que los electores que lo hicieron ganar gozan, por ahora, de un estado de gratísimo relax del que van a salir -de a poco o abruptamente- cuando partidos, personalidades y fuerzas sociales bien diversas comiencen dentro de 11 semanas la ardua tarea de gobernar un Chile devastado por la administración Bachelet II.
Creen los votantes de Piñera que "por fin la derecha se ha unido", pero los más experimentados de ellos bien saben que este verano que acaba de comenzar mostrará muy pronto las señales del otoño. Y, más aún, todos los dirigentes de los partidos de Chile Vamos lo asumen como un dato obvio: habrá fuertes disputas entre ellos, divergencias que tendrán que minimizar para que no vuelva el "ya se están peleando unos con otros".
Lo importante, en todo caso, no será en qué políticas concretas se enfrentarán las diversas colectividades y sensibilidades dentro del Gobierno, sino a qué principios de fondo obedecerán esas diversas posturas. Sí, principios, porque ahí es donde se insertan las diversas familias de la actual derecha.
Evópoli ha asumido con toda sinceridad una impronta liberal. La posibilidad de que las fuerzas dispersas de Amplitud, Ciudadanos y Todos se incorporen al joven partido -decisión muy atractiva tanto para Evópoli como para los vagabundos- podría fortalecer el polo liberal del gobierno, tensionándolo en materias morales y culturales.
Por su parte, la UDI está, cual easy rider , buscando su destino. Se propone cambiar su declaración de principios (que no es de 1983, porque ya fue revisada años atrás), lo que solo puede producir uno de estos dos resultados: o la modernización propuesta por su presidenta deja contento al sector Bellolio y con esos cambios la UDI vuelve a perder adhesión en sus sectores más tradicionales, o se mantiene la fidelidad a los procesos históricos recientes y a la inspiración cristiana y, al revés, los más liberales mirarán entonces también hacia Evópoli.
¿Se puede afirmar que un tercer grupo de la derecha es RN por sí sola? No.
Si todos los partidos fueron movilizados hacia el centro por el propio Piñera -la gratuidad no es una política de derecha si no va unida al mérito, y la rebaja de impuestos fue sustituida por la readecuación de la reforma tributaria-, no cabe duda que Renovación es el partido que mejor se ha posicionado en el centro pragmático que hoy representa el piñerismo. Por eso, hubo espacio para el retorno de Ossandón y por eso el senador por Santiago intenta empujar más y más a RN hacia lo que él mismo llama un "Estado social" y hacia el reconocimiento de los derechos sociales. Bueno, eso de socialcristianismo puede tener algo (atención Mariana Aylwin), pero de la derecha que RN representó por 30 años, casi nada.
Por cierto, una última familia derechista permanecerá en la independencia respecto del gobierno. Independencia activa, no indiferencia. Es gran parte del electorado de José Antonio Kast (de los que lo prefirieron en la papeleta y de los que creyeron en la campaña para desacreditarlo), votantes que están siendo convocados a un movimiento y lo serán después a un partido. Por supuesto se les volverá a criticar por su postura, pero ahora tienen más seguridad y más información.
Es cuestión de principios.
La respuesta depende de qué se entienda por derecha, o por derechas, más bien, porque es de toda evidencia que son muy heterogéneos los grupos, personajes y electores que le dieron la victoria al empresario candidato. Piñera lo sabe, y las colectividades que lo apoyaron lo aceptan. Todo bien hasta ahí. El problema es que los electores que lo hicieron ganar gozan, por ahora, de un estado de gratísimo relax del que van a salir -de a poco o abruptamente- cuando partidos, personalidades y fuerzas sociales bien diversas comiencen dentro de 11 semanas la ardua tarea de gobernar un Chile devastado por la administración Bachelet II.
Creen los votantes de Piñera que "por fin la derecha se ha unido", pero los más experimentados de ellos bien saben que este verano que acaba de comenzar mostrará muy pronto las señales del otoño. Y, más aún, todos los dirigentes de los partidos de Chile Vamos lo asumen como un dato obvio: habrá fuertes disputas entre ellos, divergencias que tendrán que minimizar para que no vuelva el "ya se están peleando unos con otros".
Lo importante, en todo caso, no será en qué políticas concretas se enfrentarán las diversas colectividades y sensibilidades dentro del Gobierno, sino a qué principios de fondo obedecerán esas diversas posturas. Sí, principios, porque ahí es donde se insertan las diversas familias de la actual derecha.
Evópoli ha asumido con toda sinceridad una impronta liberal. La posibilidad de que las fuerzas dispersas de Amplitud, Ciudadanos y Todos se incorporen al joven partido -decisión muy atractiva tanto para Evópoli como para los vagabundos- podría fortalecer el polo liberal del gobierno, tensionándolo en materias morales y culturales.
Por su parte, la UDI está, cual easy rider , buscando su destino. Se propone cambiar su declaración de principios (que no es de 1983, porque ya fue revisada años atrás), lo que solo puede producir uno de estos dos resultados: o la modernización propuesta por su presidenta deja contento al sector Bellolio y con esos cambios la UDI vuelve a perder adhesión en sus sectores más tradicionales, o se mantiene la fidelidad a los procesos históricos recientes y a la inspiración cristiana y, al revés, los más liberales mirarán entonces también hacia Evópoli.
¿Se puede afirmar que un tercer grupo de la derecha es RN por sí sola? No.
Si todos los partidos fueron movilizados hacia el centro por el propio Piñera -la gratuidad no es una política de derecha si no va unida al mérito, y la rebaja de impuestos fue sustituida por la readecuación de la reforma tributaria-, no cabe duda que Renovación es el partido que mejor se ha posicionado en el centro pragmático que hoy representa el piñerismo. Por eso, hubo espacio para el retorno de Ossandón y por eso el senador por Santiago intenta empujar más y más a RN hacia lo que él mismo llama un "Estado social" y hacia el reconocimiento de los derechos sociales. Bueno, eso de socialcristianismo puede tener algo (atención Mariana Aylwin), pero de la derecha que RN representó por 30 años, casi nada.
Por cierto, una última familia derechista permanecerá en la independencia respecto del gobierno. Independencia activa, no indiferencia. Es gran parte del electorado de José Antonio Kast (de los que lo prefirieron en la papeleta y de los que creyeron en la campaña para desacreditarlo), votantes que están siendo convocados a un movimiento y lo serán después a un partido. Por supuesto se les volverá a criticar por su postura, pero ahora tienen más seguridad y más información.
Es cuestión de principios.
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