Miércoles 27 de septiembre de 2017
"Decirle a un guzmaniano que debe ejercer el voto útil es como ofrecerle una dieta exclusivamente vegetal a un partidario de la carne premium: rechazo inmediato".
¿Quiénes son los jóvenes chilenos, los de 30 años para abajo?
Esa especie única no existe. Es tan variopinta como el bosque nativo: está conformada por múltiples ejemplares.
A menos de dos meses de una elección general, conviene hacer esfuerzos por analizar su composición, no solo porque hoy son una gran parte de los potenciales electores, sino porque en los próximos 50 años serán el sustento -o el vacío- de la democracia chilena.
Si nos ponemos sofisticados, se pueden establecer ciento veintidós grupos distintos, pero para hacer las cosas más sencillas, distingamos al menos tres.
Los rebeldes.
Son los más gritones. Han sido conducidos por Boric, Jackson y Vallejo, pero ahora tienden a asociarse con carcamales incluso mayores que yo, como los Agüero, con el simple propósito de decirle al rector Sánchez de la UC que nada de lo que ha hecho en favor de la juventud chilena tiene valor, que ellos son maximalistas, que la rebeldía la ejercen con la típica adolescencia de las izquierdas, que se sienten encandilados por la llamada mística de Laclau, quien los convoca a inventar un concepto o ideal inalcanzable, algo que no se puede expresar racionalmente o al menos con contornos definidos, porque es necesario que el pueblo corra hacia una "totalidad imposible", según lo ha mostrado Gonzalo Arenas. Votarán por Beatriz Sánchez.
En segundo lugar, los indiferentes, o generación triple M: Millennials, Matanzas, marihuana.
Ochenta y cuatro subgrupos conforman esta categoría, pero todos tienen en común que el próximo 19 de noviembre o se quedarán en sus casas o votarán por los candidatos que aparezcan liderando las dos principales coaliciones. No se complican por nada, siguen a líderes que comandan agrupaciones de muchos partidos -o sea, supermercados de la política- y les parece bien que sus candidatos digan con frecuencia que... quizás tal vez, que si bien es cierto... no es menos cierto, que es mejor ir a un Tedeum, pero no a todos. En fin, que no exageremos, que lo que importa es retomar la senda del crecimiento. Felices ellos, porque podrán seguir vegetando en... la senda del crecimiento. Generación triple M.
Finalmente, los comprometidos.
Los hay de diecinueve categorías, pero dos destacan.
Por una parte, los chicos "tipo techo". Son jóvenes a quienes el corazón se les escapa en efluvios de solidaridad. No debieran dudar para marcar Goic, pero quizás vacilen en su apoyo a la abanderada DC, al considerar que a pesar de su audacia, para la gente de "techo" la senadora pueda resultar todavía algo moderada. Y qué gran decepción sería para Goic que faltara una sintonía entre ella y la gente de Berríos.
El segundo grupo lo conforman los pro-vida, los guzmanianos, los gremialistas que acaban de celebrar sus 50 años (o sea, el grupo también "le trae" carcamales). Algunos de esos tipos están tensionados, porque les han dicho que deben ejercer el voto útil. Pero argumentarle así a un guzmaniano es como ofrecerle una dieta exclusivamente vegetal a un partidario de la carne premium : rechazo inmediato.
Esas generaciones se inclinarán mayoritariamente por Kast. Todo razonamiento de Chadwick, de Espina, de Pérez, o de quién sea, a favor del voto piñerista, lo van a desechar con un simple: ¿No sabían ustedes que Jaime Guzmán nos enseñó a luchar por ideales, a conquistar corazones, a cambiar escenarios, a derrotar las consignas? Gracias, pero esa línea no la cruzo, por ese aro yo no paso, a otro perro con ese hueso.
¿Qué base estadística tienen estos análisis sobre nuestra juventud? ¿Cuántas encuestas los respaldan?
Nada; no hay nada de eso.
Son apenas 42 años de trabajo cara a cara, día a día, con muchos miles de jóvenes.
Esa especie única no existe. Es tan variopinta como el bosque nativo: está conformada por múltiples ejemplares.
A menos de dos meses de una elección general, conviene hacer esfuerzos por analizar su composición, no solo porque hoy son una gran parte de los potenciales electores, sino porque en los próximos 50 años serán el sustento -o el vacío- de la democracia chilena.
Si nos ponemos sofisticados, se pueden establecer ciento veintidós grupos distintos, pero para hacer las cosas más sencillas, distingamos al menos tres.
Los rebeldes.
Son los más gritones. Han sido conducidos por Boric, Jackson y Vallejo, pero ahora tienden a asociarse con carcamales incluso mayores que yo, como los Agüero, con el simple propósito de decirle al rector Sánchez de la UC que nada de lo que ha hecho en favor de la juventud chilena tiene valor, que ellos son maximalistas, que la rebeldía la ejercen con la típica adolescencia de las izquierdas, que se sienten encandilados por la llamada mística de Laclau, quien los convoca a inventar un concepto o ideal inalcanzable, algo que no se puede expresar racionalmente o al menos con contornos definidos, porque es necesario que el pueblo corra hacia una "totalidad imposible", según lo ha mostrado Gonzalo Arenas. Votarán por Beatriz Sánchez.
En segundo lugar, los indiferentes, o generación triple M: Millennials, Matanzas, marihuana.
Ochenta y cuatro subgrupos conforman esta categoría, pero todos tienen en común que el próximo 19 de noviembre o se quedarán en sus casas o votarán por los candidatos que aparezcan liderando las dos principales coaliciones. No se complican por nada, siguen a líderes que comandan agrupaciones de muchos partidos -o sea, supermercados de la política- y les parece bien que sus candidatos digan con frecuencia que... quizás tal vez, que si bien es cierto... no es menos cierto, que es mejor ir a un Tedeum, pero no a todos. En fin, que no exageremos, que lo que importa es retomar la senda del crecimiento. Felices ellos, porque podrán seguir vegetando en... la senda del crecimiento. Generación triple M.
Finalmente, los comprometidos.
Los hay de diecinueve categorías, pero dos destacan.
Por una parte, los chicos "tipo techo". Son jóvenes a quienes el corazón se les escapa en efluvios de solidaridad. No debieran dudar para marcar Goic, pero quizás vacilen en su apoyo a la abanderada DC, al considerar que a pesar de su audacia, para la gente de "techo" la senadora pueda resultar todavía algo moderada. Y qué gran decepción sería para Goic que faltara una sintonía entre ella y la gente de Berríos.
El segundo grupo lo conforman los pro-vida, los guzmanianos, los gremialistas que acaban de celebrar sus 50 años (o sea, el grupo también "le trae" carcamales). Algunos de esos tipos están tensionados, porque les han dicho que deben ejercer el voto útil. Pero argumentarle así a un guzmaniano es como ofrecerle una dieta exclusivamente vegetal a un partidario de la carne premium : rechazo inmediato.
Esas generaciones se inclinarán mayoritariamente por Kast. Todo razonamiento de Chadwick, de Espina, de Pérez, o de quién sea, a favor del voto piñerista, lo van a desechar con un simple: ¿No sabían ustedes que Jaime Guzmán nos enseñó a luchar por ideales, a conquistar corazones, a cambiar escenarios, a derrotar las consignas? Gracias, pero esa línea no la cruzo, por ese aro yo no paso, a otro perro con ese hueso.
¿Qué base estadística tienen estos análisis sobre nuestra juventud? ¿Cuántas encuestas los respaldan?
Nada; no hay nada de eso.
Son apenas 42 años de trabajo cara a cara, día a día, con muchos miles de jóvenes.
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