16/12/2019

 

 

 

 

 

 

 

Gonzalo Ibáñez Santamaría


Que la dictación de una nueva constitución haya tomado un papel protagónico en el activismo violentista que nos ha sacudido en estas últimas semanas, es muy esclarecedor. Algunos hablan de “estallido social”, por las demandas sociales que estarían detrás, pero como ha quedado en evidencia, podrá cambiarse cuantas veces se quiera la constitución, sin que ninguna de esas demandas pueda ser satisfecha. De hecho, entonces, este estallido no es más que una burda maniobra en la cual, bajo el nombre de esas demandas, se esconde un propósito claramente subversivo cual es el de convertir a Chile en la segunda Cuba que algún día soñaron Salvador Allende y sus secuaces.

Quienes están detrás de este intento de subversión saben muy bien que, siguiendo el camino de nuestra institucionalidad, les será imposible alcanzar sus propósitos. Por eso, han entrado en la vía de los hechos, es decir, de la violencia. Y queriendo saltarse esa institucionalidad es que inventan mecanismos como esta pseudo consulta municipal que tuvo lugar ayer domingo. Nada tienen que preguntar las municipalidades acerca de si la gente quiere o no una nueva constitución. El desinterés ciudadano quedó a la vista: menos del 20% de la población capaz de participar respondió y, de ellos, incluso un segmento no despreciable votó no a la posibilidad de una nueva constitución.

Hoy más que nunca hemos de defender nuestra institucionalidad como garantía de justicia y de paz social. Y, en el marco de esa institucionalidad, debemos abocarnos a los problemas reales que enfrentamos. Ellos se solucionarán con más trabajo y más producción y, para eso, no necesitamos el cambio al cual se nos quiere arrastrar. Al contrario, el actual texto constitucional ha servido de base eficaz para producir el avance ejemplar que Chile ha tenido en los últimos 40 años. Hoy es el momento de cerrar filas detrás de ese texto y negarnos a cualquier experimento ideológico, en especial este que se nos propone y del cual desconocemos todo. En el fondo se nos quiere forzar a dar un verdadero salto al vacío con el más probable resultado de la destrucción de nuestro país.

Porque Chile SÍ necesita estabilidad para abocarse a producir los recursos que le faltan; porque SÍ necesita estabilidad para que sus familias puedan educar a sus hijos en paz y en orden; porque SÍ necesita estabilidad para que cada uno pueda ver sus derechos debidamente respetados y para que cada uno pueda en las mejores condiciones posibles aportar su grano de arena al progreso de todos es por lo que, en abril próximo, debemos votar que NO al cambio constitucional que se nos propone.

Votemos SÍ a Chile, NO al aventurerismo ideológico.

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