16 de noviembre
Gonzalo Ibáñez Santamaría
Hace 45 años Chile dio un paso fundamental en su historia, un paso que significó dejar atrás décadas de retraso y de mediocridad, durante las cuales él formó parte de los países subdesarrollados o del tercer mundo como se les llamaba piadosamente. El paso en cuestión fue el de adoptar una política económica basada en el respeto a la propiedad privada, la creatividad y la iniciativa de las personas. Se dejaban atrás décadas de política socialista para la cual las personas buenas eran sólo las que manejaban el estado y, las malas, las que eran propietarios. La propiedad privada era la causa de la maldad y por eso se la atacaba y se la menospreciaba. El gobierno militar de la época se atrevió a cortar con esa ideología, considerada casi como un dogma, y apostó al cambio.
El resultado fue magnífico. Chile pasó de estar ubicado entre los últimos lugares de nuestro continente a encabezarlo y a codearse con las potencias más fuertes del mundo. El ingreso per cápita casi se ha quintuplicado en los siguientes años. La riqueza se expandió rápidamente hasta el punto, por ejemplo, de hacer indispensable una renovación completa de la red vial del país porque una parte muy mayoritaria de la población pudo acceder a automóviles, poniendo en grave aprietos las vías antiguas. Hubo que renovar todos los aeropuertos y construir varios nuevos para dar acceso a la población que salía y entraba del país y que requería de medios de comunicación mucho más rápidos, expeditos y seguros que los viejos buses dedicados a esa función. La gente recuperó libertades concretas como la de movilidad, desarrollo profesional y laboral, de educación en la diversidad y no en la uniformidad que caracterizaba al viejo sistema estatal. Otro tanto sucedió con la salud, aunque la que continuó manejada por el estado mantuvo sus viejos problemas. Pudo la gente abastecerse en las innumerables alternativas que se abrieron y que facilitaron enormemente la vida ciudadana
El estado redujo así su tamaño y se concentró en su propia tarea cual es la de gobernar sin tratar de reemplazar a los particulares en las tareas que a estos les son propias. Tan fuerte fue el impacto de este modelo de crecimiento que, más allá del gobierno militar, los gobiernos que le sucedieron durante casi treinta años no lo modificaron sino, al contrario, muchas veces lo profundizaron, como fue el caso de Ricardo Lagos.
Pero, el socialismo y el comunismo nunca aceptaron su derrota y se han batido para destruir el modelo, aun causando grave daño a las clases más modestas del país. Hoy, han logrado un importante triunfo al forzar, por medio de una asonada de violentismo y terrorismo, un intento de modificar la constitución sobre la cual ese modelo se basa. Ayudados, por cierto, por un gobierno y por los partidos que lo apoyan asombrosamente débiles y pusilánimes.
Todos han contribuido así a que Chile dé un primer paso en el camino de regreso a la mediocridad y a la pobreza; es decir, a ser uno más de ese tercer mundo que creíamos haber dejado tan atrás.
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