Gonzalo Ibáñez Santamaría


En reciente columna (*), Agustín Squella aboga por considerar legítima la muerte que alguien infiere a un tercero, cuando éste la pide por hallarse en un estado de enfermedad incurable y afectado por dolores insoportables. Es lo que se denomina “muerte asistida” o “eutanasia”. Squella sostiene, incluso que, aun cuando se provea a ese enfermo de los cuidados paliativos destinados a aliviar sus dolores, le queda siempre abierta la posibilidad de pedir su propia muerte.

Por cierto, hay casos muy dramáticos que inducen a pensar como lo hace Squella, pero también hemos de tener en cuenta que, abriéndose esa posibilidad, puede comenzar una presión sobre personas enfermas para que soliciten esa muerte y así dejen de ser una carga para las familias o para el mismo Estado. O, incluso, presión para provocarles esa muerte, aunque no la pidan. La eutanasia se convertiría así en una forma de barrer bajo la alfombra los problemas que significan las personas enfermas. Por otra parte, el sólo hecho de avizorar a la muerte en su futuro, puede significar para una persona un dolor insufrible que le empuje a pedir esa muerte aquí y ahora. Si la vida es un bien del cual podemos disponer no se ve razón de por qué limitar esa petición a ciertos y determinados casos y no hacerla posible cuando una persona lo decida.

Pero, hay algo más. La vida no es un bien del cual podamos disponer a nuestro antojo, aun en condiciones dramáticas. La vida en comunidad está pensada para que vivamos mejor sobre la base de que, en algún momento, la muerte llegará para todos. Mientras vivamos, hemos de cuidar nuestra vida y, también, la de nuestro prójimo. Es en ocasiones como ésta que debe hacerse presente el Estado subsidiario para aliviar los sufrimientos de un paciente y para aliviar a la familia de la carga que ese paciente pueda significar. El cuidado de los enfermos terminales es una tarea de todos y que, entre todos, a través del Estado, debemos asumir hasta que la muerte naturalmente nos llegue. Lo demás, termina tarde o temprano abriendo la puerta a la inhumanidad.

*El Mercurio, 27/06/2024, A 3

Fuente: https://web.facebook.com/gonzaloibanezsm

.