Gonzalo Ibáñez Santamaría


Es la única calificación que merece la pretensión de hacer de Miguel Enríquez un santo y a la que fue su última morada, un sitio de memoria histórica.

Miguel Enríquez fue, en 1965, el fundador del MIR, movimiento dedicado íntegramente a hacer política por medio de la violencia para entregar a Chile y los chilenos en manos del marxismo internacional. Y practicó la violencia sin asco, amenazando al país con sumergirlo en un baño de sangre.

Cuando ocurrió el pronunciamiento militar, con su banda eligieron el camino de esconderse, pero también en el de continuar con sus propósitos criminales. Fue por eso que enfrentó a nuestras Fuerzas Armadas y, en uno de esos enfrentamientos, pereció.

Fue uno de los más grandes responsables en que Chile tuviera que recurrir a las armas para mantenerse como nación civilizada. Tratar ahora de hacer de él un santo de la democracia y esa su última morada, en un lugar de memoria histórica, constituye una grosera falsificación de nuestra historia y en una burla a los que arriesgaron sus vidas para conjurar el peligro que Miguel Enríquez implicaba para Chile.: ¿SAN MIGUEL ENRÍQUEZ?

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