Gonzalo Ibáñez Santamaría
Es lo que se puede decir del acuerdo alcanzado entre políticos de uno y otro lado para designar una comisión destinada a redactar un nuevo proyecto constitucional.
Cómo se sabe, el dios Zeus hizo un regalo a la joven Pandora, esto es, una muy hermosa caja para que la contemplara, pero con la orden estricta de no abrirla, porque ella contenía todos los males del mundo. Pandora, sin embargo, dominada por la curiosidad, la abrió con lo cual todos los males se repartieron por el mundo sin que hubiera fuerza posible de volver a encerrarlos en la caja de donde salieron, llamada desde entonces la Caja de Pandora.
Chile no tiene necesidad de ninguna nueva constitución como se ha encargado de recalcarlo José Antonio Kast. Con la que hay, el país ha alcanzado el máximo desarrollo que recuerda nuestra historia. Si hoy retrocedemos a ojos vista, si nos llenamos de problemas como la delincuencia, la inflación, la invasión inmigratoria, el desempleo, el fracaso educacional, el terrorismo, el narcotráfico, no es porque tengamos una mala constitución sino porque tenemos un muy mal gobierno. Es a este al que corresponde cambiar y no a la constitución.
Si hubo un compromiso de entrar a modificar la constitución, este se cumplió con creces en todo el proceso de los últimos tres años: se eligió una convención que elaboró durante un año un proyecto enteramente necio, disparatado y destructor del país. Este se negó a aprobarlo y simplemente lo rechazó por una amplia mayoría. De acuerdo con el mismo precepto legal que llamó a ese plebiscito, correspondía entonces continuar con la constitución vigente. El debate constitucional llegaba así a su término.
Sin embargo, políticos de varios colores, torciendo la voluntad entonces manifestada, han acordado un mecanismo para formar una nueva Convención y así redactar un nuevo proyecto de Constitución. ¿Cuál será éste? De ninguna manera algo mejor que la actual constitución vigente. ¿Para qué hacerlo? Nuestros políticos, en especial aquellos denominados de “derecha”, se fabrican esta ocupación para así eludir aquellas que impone la crítica realidad por la que atraviesa el país. Cierran los ojos de cara a los problemas reales y crean este pretexto para justificar sus cargos y remuneraciones.
Ellos reemplazan así la curiosidad que motivó a Pandora por la vanidad. El afán de lucimiento sin echarse encima ninguna de las tantas preocupaciones que nos agobian y entre las cuales, por supuesto, no está ni remotamente la de dotarse de una nueva constitución. Estos políticos abren así una caja de donde no saldrán sino nuevos y peores males. Al mal gobierno se une así un muy mal parlamento.
En la Caja de Pandora, sin embargo, sólo un elemento quedó en ella cuando, abierta, dejó escapar a todos los males. Quedó la “esperanza” que, por eso, se dice que es lo último que se pierde. Pero, no basta invocarla, hay que trabajarla y esa es nuestra tarea hoy. En buen chileno: a Dios rogando y con el mazo dando.
Fuente: https://www.facebook.com/gonzaloibanezsm
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