Gonzalo Ibáñez Santamaría


A punto ya de concurrir a las urnas para votar el proyecto constitucional elaborado por la Convención Constituyente conviene reflexionar acerca de qué puede suceder si triunfa una u otra opción: el Rechazo o el Apruebo. Si triunfa el Rechazo, la consecuencia está señalada en las mismas disposiciones que rigen este plebiscito: sigue vigente la actual constitución y si se la quiere modificar habrá que hacerlo de acuerdo con las reglas que ella misma establece. Es decir, sigue vigente la constitución que ha presidido nuestro ordenamiento jurídico durante el mejor período de nuestra historia. Nada, por lo tanto, de lo cual temer y sí, mucho de lo cual alegrarse.

En cambio, si triunfa el Apruebo, el porvenir del país se ensombrece hasta convertirse en completa oscuridad. De hecho, nos veremos enfrentados a un inminente regreso al peor período de nuestra historia, el de los mil días de Allende entre 1970 y 1973. Una machacona campaña ha tratado de presentar el pronunciamiento militar de 1973 como un acto que puso término al régimen democrático tradicional de Chile para dar paso a un régimen de facto bajo el imperio de la fuerza bruta. La verdad es que ese pronunciamiento fue el primer paso para recuperar la democracia groseramente conculcada durante el régimen marxista y socialista de Allende. El país había llegado al extremo de su supervivencia y un poco más que ese régimen se prolongara, Chile hubiera desaparecido como nación independiente y soberana para convertirse en una segunda Cuba y en un lacayo de la Unión Soviética de entonces.

Recordemos como las fuerzas entonces gobernantes -P.C, P. Socialista, Mapu, MIR- habían proclamado la legitimidad del uso de la violencia para alcanzar sus fines y doblegar cualquier oposición, y cómo la empleaban descaradamente. Recordemos cómo habían liquidado la agricultura chilena, hasta el punto de que al final Allende hubo de reconocer que en el país no había harina sino para los cuatro días siguientes; recordemos el intento de apoderarse de toda la educación a través de la Escuela Nacional Unificada y cómo, a través de la intervención estatal en la mayoría de las empresas nacionales se había colapsado la producción de bienes y servicio provocando un enorme desabastecimiento que obligaba a la población a hacer colas sin fin para conseguir algo de alimento.

Para quienes hoy ejercen el poder, regresar a la democracia es regresar a esos días. Ellos se han proclamado los sucesores de Allende, y Boric le rindió homenaje al inclinarse ante su busto en La Moneda: “Hoy, visitamos el Palacio de La Moneda . . . Cuando estuve frente al busto de Salvador Allende pensé en los que, como él, estuvieron antes que nosotros. Sus sueños de un Chile mejor son los que vamos a seguir construyendo junto a todos ustedes”, escribió después en su cuenta de Twitter.

Por Chile y por los chilenos, especialmente por los más débiles y vulnerables, esos mil días no pueden regresar. Por eso, se impone votar por la opción Rechazo.

Fuente: https://www.facebook.com/gonzaloibanezsm

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