Gonzalo Ibáñez Santamaría
Es lo que se puede decir a la vista de los atentados y de la vandalización de que fueron objetos los mausoleos tanto del general Manuel Baquedano como del senador Jaime Guzmán en el Cementerio General de Santiago. Porque nada puede explicarlos sino el odio visceral que ellos despiertan en estos grupos políticos de signos comunistas que hoy parecen dominar la política nacional.
Es un odio a ellos como personas, pero más por lo que ellos representan. En el caso del general Baquedano, es toda la historia de Chile de esfuerzos, de sacrificio y de heroísmo la que se pone en cuestión cuando lo que se quiere es “refundar” el país. De hecho, para estos grupos, hay que arrasar con esa historia y, desde luego, desvirtuarla como se pretende, por ejemplo, al tratar de las relaciones del mundo indígena con el mundo español que llega a mediados del siglo XVI. Es cierto que hubo enfrentamientos, pero inmensamente mayor fue el proceso de integración de esas razas para dar origen a nuestro país y a la raza de los que lo habitamos. Eso, se oculta sistemáticamente.
En el caso de Jaime Guzmán, lo que molesta es el apoyo que él dio al pronunciamiento militar de 1973, como por lo demás lo hizo la inmensa mayoría del mundo civil de la época. Y al hecho de que haya colaborado con el gobierno que siguió en materias jurídicas y constitucionales. Ese apoyo le costó caro al senador Guzmán. Asesinado a la salida de la Universidad Católica en Santiago, su memoria sin embargo no ha perecido. Es lo que no pueden tolerar esos grupos políticos ansiosos de reescribir nuestra historia al antojo de ellos.
Hoy, las emprenden contra sus mausoleos tratando de borrar hasta el último recuerdo de ellos. Pero, lo único que logran es traer su memoria al momento presente. ¡Cuánta falta nos hacen! Es la conclusión que brota espontánea al ver el estado de la política chilena y el declive en que ella ha puesto al país.
Fuente: https://www.facebook.com/gonzaloibanezsm
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