Ante la llegada de un nuevo Obispo

 

 

 

 

 

 

 

Por Gonzalo Ibáñez S.M.


La llegada de un nuevo Obispo a la diócesis de Valparaíso es ocasión oportuna y necesaria para preguntarse acerca de la vigencia del ideal cristiano y de cuál es el camino para cumplirlo y alcanzarlo, sobre todo en nuestro medio chileno y porteño. Como es bien sabido, ese ideal se resuelve en la imitación de Cristo, obrando en cada circunstancia de nuestra vida como Él hubiera actuado en esa misma circunstancia. Pero, no basta para estos efectos sólo con repasar lo que fue la vida de Cristo en la tierra, porque ella nos da indicios de su respuesta en algunas de las muchas circunstancias que a cada uno nos toca vivir.  También están para iluminarnos los textos bíblicos, evangelios incluidos. Pero, no podemos olvidar que Cristo, siendo Dios, es también un hombre verdadero y, como respecto de todo hombre, lo que de Él se espera es que actúe y obre conforme a la naturaleza humana de que está dotado. Por eso, cuando se pregunta ¿cómo hubiera obrado Cristo en esta circunstancia? hemos de indagar también, para responder, acerca de qué nos dice esa naturaleza.

Por eso, el magisterio de la Iglesia y su labor evangelizadora han culminado precisamente en un estudio de nuestra humanidad para ofrecerlo como el camino seguro para imitar a Cristo y llegar a Él al final de nuestra vida terrenal. En este sentido, la Iglesia ha obrado como maestra de humanidad para toda la humanidad. Tarea para cuyo cumplimiento ha encontrado en la ciencia un precioso auxiliar, sin el cual desde luego no podría haberla encarado de ninguna manera. Aplicada a esta tarea, la Iglesia, con mucho esfuerzo, altos y bajos, pero sin perder nunca el rumbo, ha logrado que las personas construyamos una civilización que, por su origen, denominamos “la cristiandad”.

Bajo el signo de esta cristiandad se ha construido nuestro país. A pesar de que en esta tarea se han cometido muchos errores y se ha incurrido en muchas deficiencias, podemos estar orgullosos de ella. Hoy, sin embargo, Chile enfrenta desafíos de gran envergadura que ponen a prueba nuestra responsabilidad para mantenerlo en su condición de país civilizado.  Y, como ha sucedido muchas veces en la historia, los peligros que acechan no provienen sólo del exterior del cristianismo sino de su mismo interior.  De hecho, hace un tiempo apareció en Chile un partido político creado por cristianos que declaran fenecida a la cristiandad y, por lo tanto, abierta la puerta para encontrar otras fórmulas para conducir la vida humana fuera del marco de principios propios de aquella.  A pesar de ello, se denomina Democracia Cristiana. Entre sus miembros, quien últimamente se ha constituido en vocero de esta posición es el exparlamentario y exministro de estado Ignacio Walker, quien ha escrito un libro alusivo, “Cristianos sin Cristiandad”.

En este partido, por ejemplo, se sostenía ya en sus comienzos que el comunismo era el deber no cumplido de los cristianos a pesar de la entonces reciente calificación de esa doctrina como “intrínsecamente perversa” por S.S. Pío XI. Es lo que explica que, cuando ese partido fue gobierno entre 1964 y 1970, haya impulsado una política agraria claramente de inspiración marxista. Sin embargo, pocos años después, cuando el marxismo ocupó el gobierno de la nación, muchos de sus miembros se unieron a quienes pedían a nuestras FF.AA. y de Orden poner término a ese régimen antes de que él pusiera término al país. También, el mismo gobierno D.C. organizó campañas masivas para embarcar a chilenas y chilenos en el uso de métodos de anticoncepción artificial. Y todo ello al mismo tiempo en que el Papa Paulo VI publicaba su encíclica Humanae Vitae que prevenía a la humanidad contra la tentación de los métodos anticonceptivos. El resultado ha sido que, 50 años después, Chile se ha convertido en un país mayoritariamente de adultos mayores, por no decir de ancianos, para corregir lo cual ya se avizora en el horizonte la legalización de la eutanasia o muerte de los viejos por viejos.

Hoy, además de pavimentar nuevamente el camino al comunismo, ese partido ha estado presente en iniciativas tan dañinas como ha sido la que terminó con el matrimonio de por vida entre los cónyuges o la que legalizó el crimen de niños antes de nacer. Y ahora se prepara a aprobar ese engendro que algunos califican como “matrimonio igualitario”. En resumen, iniciativas que han estado presentes en todo un proceso destinado a destruir la familia y que, en gran parte, lo ha logrado. Queda claro ya cómo, en la medida en que se ha abandonado el camino de la cristiandad, Chile, de la mano de ese partido demócrata cristiano, ha entrado por el camino de la inhumanidad.

No es de extrañar, entonces, que esperemos de nuestro nuevo obispo una posición resuelta en la defensa de los valores más propios de la cristiandad en la seguridad de que así se defiende la humanidad de las personas. Y que rescate el nombre “cristiano” para que se use para representar esos valores, denunciando la grosera distorsión de que ha sido víctima durante, al menos, las últimas seis décadas.

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