Gonzalo Ibáñez Santamaría
Varias veces, y no sólo entre nosotros, ha surgido la pregunta acerca de cómo Chile se ha embarcado en una aventura que amenaza seriamente el éxito que ha obtenido en sus últimos 45 años y, más grave, que nos amenaza con hacernos retornar al fracaso del régimen marxista 1970-1973. Las explicaciones, por cierto, no son simples, pero hay una que destaca. Es la de la clara conspiración en el sentido de silenciar tanto la historia que nos condujo al régimen marxista 1970-1973, como aquella del brutal impacto negativo que este le produjo al país. Es una conspiración transversal a todas las fuerzas políticas, de un extremo al otro, salvo muy modestas excepciones. De ella, incluso, forman parte aquellos partidos como la UDI y RN, que en su momento se formaron para defender la acción militar que puso término a ese experimento.
La historia en la que se insiste es en la de los abusos en que habría incurrido el gobierno militar. Ciertamente los hubo y algunos muy graves, pero la historia de ese gobierno no se reduce a la de sus abusos como majaderamente se nos insiste. En primer lugar, corresponde insistir en la legitimidad de su origen como respuesta a la franca agresión de que fue víctima el país de parte de quienes entonces detentaban el poder, esto es, el conglomerado marxista que se disfrazaba bajo el nombre de Unidad Popular. Y, además, corresponde reconocer lo que fue su aporte al promover políticas que provocaron un enorme desarrollo al país y muchas libertades a sus habitantes que hasta entonces les era imposible de practicar, como la de poder viajar dentro y fuera del país como nunca antes se había hecho, o la de disponer de una gama de instituciones de educación superior que abrió el camino para que este nivel fuera alcanzable por la inmensa mayoría de la población. Esos también son “derechos humanos”.
Para esta versión de la historia, Chile antes de 1973 vivía en un limbo del cual nada se puede comentar y, después, encerrado en una dictadura de la cual el único recuerdo que se puede tener es el de sus abusos. Es lo que una vez más quedó a la vista en la presentación que hizo la Subsecretaría de Derechos Humanos de una plataforma digital sobre Memoria Histórica, pero amputada de cualquier recuerdo distinto a ese tipo de hechos. Es lo que planteó María Paz Vergara, secretaria ejecutiva de la Fundación de Documentación y Archivo Vicaría de la Solidaridad, al decir que este sitio “permitirá hacer visible la memoria de las víctimas de la dictadura, conocer la verdad, el trabajo realizado por las organizaciones de derechos humanos durante ese período, y, en la actualidad, educar”. Fue a eso a lo cual se refirió, a continuación, el Ministro de Justicia Hernán Larraín, de la UDI: “Como país tenemos la oportunidad de dar a conocer y mantener viva la memoria y pensar de esa manera en el futuro; es para que hechos de esa naturaleza nunca más vuelvan a ocurrir”. (El Mercurio, C 13 - 09/05/21). De la otra historia, del fracaso del marxismo, nada. No es de extrañar que con esta política el país camine derecho al retorno a lo que fue la experiencia 1970-1973 validando una vez más el viejo dicho: los países que olvidan su historia, están condenados a repetirla.
Fuente: https://www.facebook.com/gonzaloibanezsm/
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