Gonzalo Ibáñez Santamaría
Abogado y Doctor en Derecho


Hemos hablado en esta página de las sucesivas claudicaciones que ha protagonizado el gobierno de Sebastián Piñera a partir del 18 de octubre de 2019, comenzando por la constitución política del país. Todo, con el objetivo de llegar al término de su período. En estos días, ha quedado a la vista una nueva claudicación, esta vez en el campo de la cultura. El mural que, sin ninguna autorización oficial, pintó la cantante Mon Laferte en la pared de una casa en Valparaíso, pero a la vista de todo el público, es sin duda una afrenta a la dignidad de la mujer y una muestra más del estado de profunda decadencia en que se encuentra nuestro primer puerto.

Sin embargo, la ministra de las Culturas, Consuelo Valdés, defiende ese engendro manifestando que el arte callejero “agrega” y, en seguida, que "Valparaíso tiene una tradición de arte público (...) es parte de su patrimonio, es parte de su identidad estos muros que tienen las pinturas y que hacen muy bien a la ciudad, hacen bien al espacio urbano". La pregunta cae por su peso: ese arte ¿agrega qué? Por cierto, algo agrega, pero ello puede ser fealdad, suciedad, decadencia, como también belleza o alegría. Es decir, no basta con decir “agregar” sin señalar qué es lo que agrega. Por eso, debe distinguirse entre una expresión de arte callejero y otra. En este caso, ese mural viene agregar decadencia al estado actual de la ciudad.

Este mural no le hace ningún bien a la ciudad y sí mucho de mal, pero la ministra no vacila en sacrificar Valparaíso con tal de no abrirse un flanco en la discusión con la ideología que enaltece la fealdad, la grosería, la suciedad y la pornografía como reemplazo de la verdadera cultura. De esa ideología Valparaíso es, sin duda, la víctima más notoria en el país, pero no la única. De hecho, pocas dudas quedan de cómo detrás del vandalismo que se ha desatado entre nosotros, subyace una contracultura como esa. Ella se instalado en parte muy importante de nuestra juventud para la cual la auténtica belleza, el orden, la paz y el progreso se han vuelto insoportables. Para esta juventud, trabajada por esa contracultura, la destrucción es el único camino válido en la vida.

Es para evitar esa degradación que está constituido un ministerio como este denominado de las Culturas. Pero, se ha pasado a la vereda del frente. Los dichos de la ministra, en este caso, constituyen una verdadera bofetada a la cultura.

Chile va de tumbo en tumbo: después de la constitución, cayó el orden público y la seguridad de las personas, cayó la Araucanía y cayó el monumento al general Baquedano. Hoy, le toca el turno de caer a la cultura. ¿Qué va quedando para mañana?

Fuente: https://www.facebook.com/gonzaloibanezsm

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