Gonzalo Ibáñez Santamaría


Es lo que, muy suelto de cuerpo, afirmó el Ministro de Relaciones Exteriores, Andrés Allamand en una conferencia en línea con la sede de las Naciones Unidas en USA. Reconoce el estallido que comenzó el 18 de octubre de 2019, pero afirma que se aplacó por el llamado a plebiscito y por la decisión de embarcarse en una nueva constitución. Y que, ahora, "Chile se apresta a avanzar pacíficamente, esto es sin violencia, hacia una democracia más fuerte, caracterizada por una amplia participación ciudadana y el respeto a sus instituciones y una sociedad más integrada, junto a una economía más inclusiva con menores desigualdades y con mayor equidad en las oportunidades".

“Sin violencia” ¿En qué mundo vive este canciller y todo el gobierno? Parece que no han advertido cómo la violencia se ha hecho la compañera inseparable de nuestras vidas. Ella se nos puede hacer presente en cualquier momento por un portonazo, por ejemplo, o por una encerrona para robarnos el vehículo. Puede aparecer, como lo hace los viernes por la tarde, en forma de desmanes y de apedreamiento y, para qué decir, en la Araucanía, a través de incendios de camiones, maquinarias, bosques, casas y condominios. ¿Cómo el canciller puede ignorar su existencia?

La única explicación plausible es la de que, para el gobierno, eso que denominamos violencia, no es tal sino la expresión pacífica de los deseos de un cambio social. Por eso, la falta de respaldo a Carabineros cuando tratando de defender la paz y el orden social tiene que emplear la fuerza. ¿Cómo se le ocurre usar la fuerza frente a manifestaciones pacíficas?

En último término se hace presente la decisión del gobierno de ceñirse a los dictámenes de los organismos internacionales, como la ONU, en materia de lo que ellos llaman la defensa de los derechos humanos. Los chilenos ya lo tenemos claro: esa defensa se circunscribe a despejar la cancha para que terroristas y violentistas hagan su voluntad aunque así atropellen los verdaderos derechos humanos de la inmensa mayoría de la población. A esos organismos poco y nada le han preocupado, por ejemplo, los cientos de miles de personas que perdieron su empleo a consecuencia de la violencia de octubre y noviembre de 2019.

La violencia algo se ha aplacado con la pandemia y con los meses de verano, pero de ninguna manera podemos decir que ha desaparecido. Desde luego, no se ha aplacado en La Araucanía: los últimos ataques han sido de tal envergadura que hasta el mismo presidente ha decidido salir de su inercia y así ha tomado la decisión de convocar a distintos sectores políticos y organizaciones de la sociedad civil, "para buscar un acuerdo nacional, que nos permita unir nuestras fuerzas, para derrotar esta ola de violencia y atentados terroristas que tanto daño han causado".

Pero, no es necesario buscar ningún acuerdo especial, sino hacer cumplir las leyes, que para eso están. Todo lo demás es vana palabrería, como lo ha sido hasta ahora. La resistencia del país puede ser considerable, pero nunca infinita. Ella tiene un límite que parece próximo a alcanzarse.

Fuente: https://www.facebook.com/gonzaloibanezsm

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