Gonzalo Ibáñez Santamaría


Hoy, 21 de enero, se cumple un nuevo aniversario de la ejecución en 1793 de Luis XVI rey de Francia, decapitado en la guillotina. Fue una de las decenas de miles de franceses que murieron por esa vía durante los años de la denominada revolución francesa. Esta es muy famosa por su declaración de los derechos del hombre y del ciudadano, pero tiene este otro aspecto sanguinario que no es posible esconder. ¿Qué pasó en la Francia de entonces para que sucediera semejante carnicería y para que entre las víctimas estuvieran el mismo rey y su esposa, la reina María Antonieta? Hay ciertamente muchas respuestas, pero una, tal vez la más importante, fue la debilidad de ese rey que, desde el comienzo en 1789, fue renunciando a su autoridad y cediendo a las demandas de los revolucionarios.

Desde luego, nunca advirtió o, más bien, nunca quiso advertir cómo desde hacía décadas se difundía una ideología revolucionaria destinada a socavar su autoridad. Fue la que estalló en 1789 con las consecuencias que conocemos y ahora comentamos. Todo sucedió de manera muy similar a cómo ha sucedido en Chile el proceso de subversión que comenzó el 18 de octubre de 2019. Pocos días antes, Sebastián Piñera había proclamado que Chile era un oasis de paz y de progreso en un convulsionado continente americano demostrando así cómo estaba de ignorante del volcán que se había formado debajo de sus pies y que amenazaba con estallar en cualquier momento.

Cuando estalló, comenzaron las concesiones que no hicieron sino dar nuevas fuerzas a la sublevación que amenazaba con volverse incontrolable. La pandemia aplacó, sin embargo, este ímpetu y así le dio al gobierno y al país un respiro. Pero, éste no es eterno y perfectamente en unos meses más podríamos vernos en un escenario muy similar a aquél de los últimos meses de 2019.

Es posible todavía que Sebastián Piñera no sufra el destino de Luis XVI y que el país no se vea arrastrado a un baño de sangre tan horrible como aquel de la Francia revolucionaria. Pero, no nos descuidemos que entre nosotros no faltan quienes -ellas o ellos- jugarían en Chile con mucho gusto el mismo papel que en Francia jugó alguien tan siniestro como fue Robespierre. Si como país no enfrentamos, gobierno a la cabeza, ese intento de subversión es seguro que, a lo menos, nos veremos enfrentados a un futuro de miseria, de retroceso y de pérdida de libertades como ha sucedido en Venezuela y otros países que se han abierto a experimentos semejantes.

Fuente: https://www.facebook.com/gonzaloibanezsm

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