Gonzalo Ibáñez Santamaría


Amigos:

Comparto con uds. este texto que me publicó hoy Domingo 3 de enero El Mercurio de Valparaíso. Lo escribí para responder, como católico, al auténtico basureo del catolicismo en que incurre Ignacio Walker. Me interesan muchos los comentarios que les pueda merecer.


"En recientes publicaciones recogidas por la prensa, el ex parlamentario Ignacio Walker -avanzando ideas contenidas en su libro “Cristianos sin Cristiandad”- se esfuerza una vez más en demostrar que el hecho que él, como legislador, haya votado en favor del aborto, de la disolución del matrimonio por el divorcio y que haya apoyado, por ejemplo, la idea de avanzar en un matrimonio entre personas del mismo sexo, no tiene nada de anti católico a pesar de que la Iglesia enseña que tales opciones no caben al interior de su doctrina. Para Walker, el hecho de ser, según él, un cristiano sin que haya cristiandad detrás, lo abre a dialogar con el mundo moderno y eventualmente a aceptar puntos de vista contrarios a los de su fe. Que, en estos casos, él debe seguir lo que le indique su conciencia, con prescindencia de la enseñanza católica. Y, más aún, que así él cumpliría, paradojalmente, con su deber de católico según lo que enseñarían algunos textos del Concilio Vaticano II, en especial el decreto sobre libertad religiosa.

Desde luego, de tener Walker la razón, los demás católicos seríamos bobalicones seguidores de una doctrina obsoleta e incapaz de adecuarse a las exigencias cambiantes del mundo. Sin embargo, lo único que él demuestra es una profunda ignorancia acerca de lo que es la doctrina católica. Esta no extrae su contenido de misteriosos textos u oráculos, sino de una lectura desapasionada de lo que es la realidad humana. Por ejemplo, porque el ser que se desarrolla en el seno materno es tan plenamente humano como el que está fuera es por lo que la acción deliberada de quitarle la vida es tan condenable como el crimen que quita la vida a este último. Si así no se entiende, no hay vida humana que merezca ser protegida. Al afirmar esto, la Iglesia no recibe una especial iluminación de lo alto, sino de la ciencia que se ocupa de la vida, esto es, la biología. Y esta es la misma para un cristiano, un musulmán o un agnóstico o ateo. Es muy importante el diálogo y el debate, pero teniendo como punto de referencia la realidad de lo que efectivamente somos.

La práctica del “catolicismo” al modo como pregona Walker, ya la vivimos en nuestro país hace algunas décadas cuando se puso de moda entre algunos cristianos, casi todos agrupados en el partido autodenominado “democracia cristiana” y apoyados entonces por obispos y sacerdotes, de ir a “dialogar” con grupos ajenos al catolicismo y aun contrarios a él para buscar puntos de acuerdo de cara a la acción política en nuestro país sin que a estos últimos les fuera necesario renunciar a ninguno de sus postulados. El resultado fue el trasvasije de esos cristianos a los contenidos ideológicos de estos otros grupos. Así vimos brotar, por ejemplo, a “los cristianos por el socialismo” que incorporaban a su acervo todos los dogmas marxistas. Y que, además, validaban la violencia para hacerlos realidad, siguiendo el ejemplo del cura guerrillero Camilo Torres en Colombia. El resultado bien lo conocemos, hasta el punto que máximos jerarcas de la DC, como Frei Montalva y Patricio Aylwin, espantados por las consecuencias que de hecho se siguieron, aplaudieron a las Fuerzas Armadas cuando estas pusieron término a un experimento que arruinaba al país. Pero, como si nada hubiera sucedido, sucesores de ellos como Ignacio Walker o Mariana Aylwin vuelven a las andadas. De hecho, esta última hace algunas semanas firmó con otros de sus correligionarios DC o ex DC una carta pidiendo el término de la violencia. Pero, en su momento, no vacilaron en apoyar el aborto. Sucede que, al lado de la matanza de esos inocentes, la violencia contra la cual ellos ahora reclaman es simplemente un juego de niños.

Las doctrinas, sean ellas católicas, protestantes o “laicas”, deben validarse de acuerdo a la realidad humana. Según ésta, podremos juzgarlas como verdaderas o erróneas, es decir, si se afianzan en la humanidad de las personas o si apuntan a destruir esa humanidad. Y, en este sentido, es de destacar que la Iglesia Católica precisamente ha hecho de este principio el fundamento de su doctrina. Sobre la base que le proporciona la ciencia y una muy larga experiencia, la misión de la Iglesia es así la de ser maestra de humanidad para la humanidad. Este es, por lo demás, el meollo de la declaración sobre libertad religiosa del Concilio Vaticano II. Cada uno es libre de adoptar la religión que estime pertinente, pero no lo es para saltarse lo que enseña en cada caso la respectiva ciencia. Ni tampoco para sostener los principios y, después, abjurar de las consecuencias. En este caso, defender la vida humana y, después legalizar un crimen como el aborto.

Poner en práctica la que enseña la Iglesia es así el camino más idóneo para ser cada día mejores personas humanas, tanto para cristianos como para no cristianos. No es tarea fácil ciertamente, pero con la ayuda de Dios, es posible".

Fuente: https://www.facebook.com/gonzaloibanezsm

.