Gonzalo Ibáñez Santamaría


Son aquellos en los que prorrumpe el rector Ennio Vivaldi de la Universidad de Chile cuando se queja que las bajas presupuestarias en actividades que él denomina de “Interés Nacional” van a afectar el bienestar de los chilenos. Tratemos de imaginarnos la envergadura de un presupuesto si a este se le asigna por misión asegurar el “bienestar” de los chilenos. Para esto efectos, todas las actividades pasan a ser de “interés nacional” y, por cierto, no hay presupuesto que pueda financiarlas.

El bienestar de los chilenos es tarea de todos los chilenos y al presupuesto sólo se le pide que financie las actividades que hagan posible el cumplimiento de esa tarea. Por ejemplo, las que tienen por misión resguardar la seguridad pública o las fronteras del país. Pero, eso no lo entiende un socialista. Para éste, el presupuesto debe financiarlo todo, porque comienza negándole a las personas las condiciones necesarias para desarrollar sus propias iniciativas de modo que, entre todos, podamos producir lo necesario para asegurar nuestro bienestar. Para un socialista, el Estado debe producirlo todo, reduciendo a las personas a meros engranajes de una máquina cuyo manejo sólo le corresponde a los jerarcas del régimen. Por eso, el presupuesto es la única fuente de ingresos de cada uno y a este presupuesto se le pide lo imposible: que financie todas las actividades sociales: educación y salud, desde luego; vivienda, alimentación y vestuario, en seguida; descanso y vacaciones, también, y así sucesivamente.

Lo cual siendo de suyo grave y utópico lo es tanto más cuanto que para el socialismo no es ninguna preocupación saber cómo ese presupuesto va a obtener los fondos para cumplir tan desorbitada misión. Al contrario, ellos se han encargado antes de matar cualquier actividad que no dependa de los dictámenes y planificaciones de un Estado omnipotente y omnipresente.

Por eso, lo que nos debe preocupar a todos, a Vivaldi en primer lugar, es cómo generar riquezas suficientes y cómo administrarlas para satisfacer bien las necesidades sociales. En este sentido, mucho más eficiente que drenar esas riquezas indefinidamente del cuerpo social a través de impuestos, es dejarlas en ese cuerpo y que vayan a las diferentes personas de manera que éstas puedan decidir en qué las ocupan y financien así los bienes y servicios que ellos requieran. Mucho más importante que financiar una institución como la Universidad de Chile a través del presupuesto es procurar que los chilenos dispongan de medios suficientes para ellos pagar el servicio que están requiriendo y recibiendo. Pero, eso supone eficiencia en el gasto y no hay mejor medio para asegurar esa eficiencia que la competencia entre instituciones que aspiran a proveer esos bienes y servicios.

Es lo que quiere evitar un socialista y, en esto, Vivaldi se comporta como tal. “Competir” para él es un verbo maldito. Por eso pide que el Estado financie su institución para no cobrar por sus servicios -o cobrar menos de lo que valen- y así asegurar su éxito. El resultado es conocido: cuando no hay competencia, no hay eficiencia y el gasto se dispara por todos lados. La calidad se desploma y la miseria hace su entrada triunfal. Es lo que vivimos hasta 1973 y lo que, parece, socialistas como en el fondo es Vivaldi quieren hacernos vivir de nuevo. Hacia allá vamos a pasos agigantados.

Fuente: https://www.facebook.com/gonzaloibanezsm

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