Gonzalo Ibáñez Santamaría


El resultado electoral del plebiscito fue el que se preveía: la opción Apruebo triunfó holgadamente sobre la opción Rechazo, 77% vs. 23%. Según el presidente Piñera, con este resultado triunfaron la ciudadanía y la democracia, y triunfó la paz sobre la violencia. Lo que es lo mismo que decir nada. Sobre todo, en lo que se refiere a la violencia: nada asegura que este resultado vaya a calmarla. Puede, por el contrario, incentivarla.

Por ahora, más allá de las alabanzas al proceso, conviene advertir la situación de riesgo en que se ha puesto al país precisamente por la inevitable incertidumbre acerca del futuro. Chile creció durante los últimos 40 años sobre la base que le proporcionaba la solidez de sus instituciones y de sus normas. Hoy, todo ello queda en suspenso. Y bien sabemos cómo, fuerzas que se han demostrado poderosas, se empeñan en derribarlas y de reemplazarlas por otras que van a significar un enorme freno al crecimiento, tal como ha sucedido en países como Venezuela y, ahora, Argentina. En esto no hay misterio. Sobre todo, de cara a la situación de emergencia que vivimos desde hace un año y que, por la violencia primero, por la pandemia después, al país le ha significado un grave deterioro en su situación que, por cierto, se proyecta de manera muy negativa hacia extensos grupos de compatriotas.

Muchas explicaciones pueden allegarse para dar con el porqué de un resultado que pone en cuestión las bases que le permitieron al país disfrutar de ese progreso largo de cuarenta años como nunca antes había conocido en su historia. Esas bases tuvieron su origen en la política seguida por el gobierno militar y, por lo mismo, durante todo este tiempo fueron atacadas con saña y sin descanso por las fuerzas políticas derrotadas en 1973, lo cual era de esperar. Pero, lo que no era de esperar fue el creciente desgano y la progresiva abulia demostrados por las fuerzas que en su momento se organizaron para defender y promover el legado de ese gobierno.

El final de esta historia no tuvo misterio. A pesar del enorme progreso y del evidente beneficio que ese legado trajo para todos, se impuso la tesis de que él no era más que una fachada para ocultar más miseria y desigualdad. Es decir, en la mente de nuestros compatriotas se abrió espacio para la mentira, no tanto por la astucia de quienes la proferían, sino por la incapacidad de aquellos llamados a combatirla y a defender la verdad sobre nuestra historia. Podremos, como la hace Piñera, llenarnos la boca con elogios a la forma como se desarrolló el plebiscito, pero, lo cierto es que este proceso que se inicia hoy puede terminar de cualquier manera. Llegar a contar de nuevo con bases tan eficaces como las que hasta ahora ha contenido el antiguo texto constitucional se presenta como una tarea muy ardua y difícil.

Difícil, pero no imposible. Es muy probable que las próximas semanas que se avecinan sean de relativa tranquilidad; pero, el combate volverá incluyendo sin duda a la violencia. De cara a esta realidad adquiere especial importancia el núcleo que se formó en torno a la opción de Rechazo. Fue un triunfo haber podido formarlo y demostrar que se existe. Ese núcleo, por lo mismo, es ahora la base de la esperanza y es a partir de él que de a poco se puede ir recuperando la mente y los corazones de nuestros compatriotas. El resultado electoral que, a primera vista, puede aparecer como un traspié es, por el contrario, una demostración de vitalidad. Contra viento y marea, este grupo dio la cara. Ha sido el primer paso en el cumplimiento de una tarea de rescate de nuestro país para honrar nuestra historia y para asegurar el porvenir de quienes nos sucederán. Es en esa tarea en la que ahora corresponde sigamos manos a la obra. El combate recién comienza.

Fuente: https://www.facebook.com/gonzaloibanezsm/

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