Gonzalo Ibáñez Santamaría
La caída de un manifestante que huía de la policía al río Mapocho desde el puente Pio Nono ha sido motivo para que la oposición en coro rasgue sus vestiduras y clame al cielo por las violaciones a los derechos humanos y, en seguida, para que se ordene la disolución de Carabineros y sea reemplazado por una policía que de tal sólo conserve el nombre.
La mentira nunca ha estado ausente de nuestras confrontaciones políticas, pero el grado que ha alcanzado en los días que corren tal vez nunca antes lo habíamos presenciado. Este caso puede ser emblemático. ¿Hasta cuándo estos mismos que condenan la violencia policial la promueven sin asco en los movimientos de subversión y de terrorismo? ¿Hasta cuándo engañan a los jóvenes empujándolos a la violencia y utilizándolos como carne de cañón para sus propósitos de dominación política? Se declaran horrorizados por lo que pueda pasarle a un manifestante, pero callan cuando la violencia proviene de estos grupos de guerrilla que apuntan a la desestabilización política del país.
Desde luego, no parece para nada segura la culpabilidad del carabinero, pero a él no se le reconoce el derecho a que se presuma su inocencia mientras no se compruebe lo contrario. Él ya está juzgado y con él su Institución. Pero, lo más grave es el silencio de la oposición frente a la escalada de violencia que ha sufrido el país con el resultado de varios muertos en la Araucanía. Es que ella definitivamente hace de la mentira un arma de lucha política. Se llenan la boca condenando al gobierno por lo sucedido en Santiago pero ningún cargo le hacen por su fracaso en la Araucanía y por su debilidad de cara a la violencia que asoló al país el 18 de octubre y los meses siguientes. Es que ellos quieren un gobierno débil y aun lo aplauden en esa debilidad. Pero Carabineros es renuente a dejarse utilizar en esa estrategia de entreguismo. Ellos son leales a sus juramentos y a su vocación. No están para entregarse.
No nos engañemos ni nos dejemos engañar. El joven que cayó al río cumplió el propósito para el cual fue azuzado por la demagogia socialista y marxista. Instrumento dócil en manos de estos desalmados, se dejó emplear para que ellos alcanzaran sus propósitos. Entretanto los cabecillas, muchos de ellos parlamentarios, cómodamente arrellenados en sus sofás, disfrutando muchas veces de los cuantiosos emolumentos que todos les pagamos, observan los acontecimientos para sacar hasta la última gota de provecho que ellos les pueden proporcionar.
Esa es la política que la lleva en el país.
Fuente: https://www.facebook.com/gonzaloibanezsm
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