Gonzalo Ibáñez Santamaría


El presidente Piñera perdió una excelente ocasión para quedarse callado ayer cuando habló en el aniversario del 11 de septiembre de 1973*. Porque lo que al respecto afirmó es simplemente falso. En un discurso muy florido en el que alababa la unidad, la paz, los derechos humanos dejó caer esta frase "hace 47 años, en un día como hoy, Chile y los chilenos perdimos nuestra democracia, un golpe puso término al gobierno de la Unidad Popular y dio inicio a un régimen militar”. Esto no es verdad, porque la democracia en Chile se perdió cuando el régimen marxista de Salvador Allende decidió emplear todo su poder en llevar a Chile a una situación de vasallaje respecto de la Unión Soviética. Fue con ese objetivo que procedió a la confiscación masiva de bienes y propiedades aun a costa de pauperizar al país y a los chilenos, de someterlos a la humillación del desabastecimiento. Fue apuntando a ese fin que decidió terminar con la libertad educacional e imponer su plan de Escuela Nacional Unificada (ENU). Fue por eso que quebrantó una y otra vez el estado de derecho tratando de imponer su voluntad sin reparar en los medios que empleaba. Fue por eso, que decidió organizar una milicia paralela que le permitiera el asalto final al poder.

El marxismo en el poder empleó la democracia para destruirla. Por lo tanto, lo que sucedió el 11 de septiembre no puso término a la democracia sino que impidió que se consumaran los propósitos totalitarios de quienes detentaban el poder político. Con su forma de presentar la historia, Piñera termina por blanquear al régimen de Allende y lo presenta como una inocente víctima del matonaje militar. ¿Qué de raro tiene que hoy día haya quienes quieren repetir la experiencia? Frente a esta afirmación no se puede dejar de repetir que lo de Salvador Allende no era sino un empleo malicioso del poder para terminar con la soberanía y la independencia de Chile. A eso no se le puede llamar gobierno.

Y si el país pudo volver a un régimen democrático pleno diecisiete años después, fue porque el régimen militar recompuso al país y lo llevó a estar en la cabeza de los países del continente cuando, al llegar al gobierno, lo había encontrado en los últimos lugares.

Hoy es doblemente necesario recordar esta historia. En primer lugar, porque así lo exige la realidad de los hechos tal como sucedieron. Y, en seguida, porque por haberla olvidado, estamos a punto de repetirla.

El deseo de Piñera de estar sobre el bien y el mal en lo que concierne al 11 de septiembre de 1973 termina en definitiva, como así ha sido, en pavimentarle el camino al comunismo para que vuelva a las andadas. Tanto como para afirmar que Piñera no hace sino repetir el papel que Frei Montalva jugó durante su gobierno, esto es, ser el Kerensky chileno.

¿Será posible que haya alguien que no escarmiente de cara a lo que sucedió en Chile y busque como repetirlo?

Fuente: https://www.facebook.com/gonzaloibanezsm/

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