Gonzalo Ibáñez Santamaría


Es lo que cumplimos hoy, el número 47, del pronunciamiento militar del 11 de septiembre de 1973. Pronunciamiento forzado por la decisión de quienes en ese momento ejercían el poder político, de instaurar en Chile una dictadura marxista bajo el nombre de “dictadura del proletariado”. Es decir, la ruina del país y de su gente, especialmente de los sectores más modestos. Estos eran invocados de manera constante, pero no hay que engañarse. Cuando en esos días, desde el palacio de La Moneda se hablaba de los “proletarios”, no se estaba hablando de quienes lo eran efectivamente, sino de quienes detentaban el poder con Salvador Allende a la cabeza que, de proletarios reales, no tenían nada.. Eran estos -los de mentira- y no los otros -los de verdad- quienes aspiraban al poder total para manejar Chile a su antojo. La dictadura del proletariado se transformó así, en Chile como en cualquier parte donde el marxismo dominara, en una dictadura contra el proletariado. Eran los proletarios de salón, de cuello y corbata como Salvador Allende, contra los proletarios de la calle.

La acción militar y de Carabineros dejó una lección muy clara: con los países no se puede jugar a las imposiciones ideológicas. Los países no son una “hoja en blanco” en la cual puede escribirse cualquier cosa. Tenemos una realidad que se ha conseguido con el esfuerzo de muchas generaciones y no se puede renegar de ellas, ni tampoco de las futuras, por el capricho de algunos audaces.

Los militares tuvieron que asumir el poder cuando los civiles que lo ejercían pisotearon la constitución y las leyes hasta que se cansaron. Como lo reconoció el acuerdo de la Cámara de Diputados del 22 de agosto de ese año “6°.- . . . el Gobierno no ha incurrido en violaciones aisladas de la Constitución y de la ley, sino que ha hecho de ellas un sistema permanente de conducta, llegando a los extremos de desconocer y atropellar sistemáticamente las atribuciones de los demás Poderes del Estado, violando habitualmente las garantías que la Constitución asegura a todos los habitantes de la República y, permitiendo y amparando la creación de poderes paralelos, ilegítimos, que constituyen un gravísimo peligro para la nación, con todo lo cual ha destruido elementos esenciales de la institucionalidad y del Estado de Derecho”.

Es lo que Eduardo Frei Montalva reconoció en su carta a Mariano Rumor el 9 de noviembre, también de ese año, cuando le señalaba que el régimen de Allende “estaba absolutamente decidido a instaurar en el país una dictadura totalitaria y se estaban dando los pasos progresivos para llegar a esta situación. . .”.

¡Quiera Dios que hayamos aprendido la lección y nunca más llevemos al país a convertirse en un campo de batalla de quienes lo habitamos! Y que nunca más pongamos a nuestras Fuerzas Armadas y de Orden ante el dilema que enfrentaron ese día sólo porque los civiles hayan sido incapaces de gobernar decentemente al país.

A los que cayeron ese día, de un lado o de otro, les rogamos que intercedan por nuestra patria para que en ella siempre reine la paz, aquella que es obra de la justicia.

Fuente: https://www.facebook.com/gonzaloibanezsm/

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