Gonzalo Ibáñez Santamaría


Los diputados de la oposición, encabezados por los del partido comunista y seguidos por los DC, frente amplio, radicales, socialistas y PPD, han pedido al presidente de la república, con pompa y ceremonia, la presentación de un proyecto de ley destinado a expropiar hasta el 2,5% de los patrimonios de los que ellos llaman los “super ricos” y así estructurar un fondo que permita entregar una renta mensual a quienes hayan, por ejemplo, perdido sus empleos.

La intención, por supuesto, es buenísima, pero su concreción no puede ser peor, hasta el punto de que se la puede calificar directamente como demagógica pues, en vez de resolver el problema de la falta de recursos, lo va a agravar con el resultado de que serán muchas más las familias que se sumarán a las que ya padecen la crisis.

Los que han presentado este proyecto creen que ese dinero está ocioso y que se puede confiscar sin provocar daño. Pero, la verdad es que no está para nada ocioso sino que está en las empresas donde es necesario que permanezca de modo de mantenerlas a flote para que, así, sigan pagando sueldos y salarios sin verse en la necesidad ya sea de cerrar o de reducir drásticamente sus operaciones. Imponer esta alza de impuestos va a provocar como única consecuencia un alza aun mayor de los índices de cesantía y desempleo.

La estrategia política correcta es, por lo tanto, la contraria, incluso la de aliviar alguna carga tributaria de manera de dar flotabilidad a las empresas: “Los países serios cuando han querido reactivar su economía lo hacen con mecanismos precisamente que van a la inversa, sobre la base de atraer la inversión. Y es imposible atraer la inversión en un país donde se manosea tanto el sistema tributario en la forma en que lo hacen, irresponsablemente, los parlamentarios de oposición”.* Es decir, ha de volverse a ese vilipendiado modelo que, sin embargo, tantos éxitos le dio al país. A ello deben agregarse otras medidas como, por ejemplo, la de racionalizar gastos, hoy disparados. El presupuesto nacional se ha convertido en un verdadero botín de los más audaces.

Pero, a los comunistas y a sus compañeros de ruta eso es no les interesa. Hoy buscan recuperar algún protagonismo porque lo han perdido casi del todo. Desde luego, les ha fallado la estrategia de subirse al carro de la conducción de la política sanitaria, forzando la renuncia del ministro Mañalich. Por eso, apuntan a desquitarse a través de la vía de este aumento de los impuestos y así ganar los titulares de los medios de comunicación.

Es imperioso, entonces, que esta intentona no prospere como no ha prosperado la de apoderarse de la dirección de la política sanitaria. Si llegasen a hacerlo, tengamos la seguridad de que el país completo y, en especial sus más pobres, pagarán la cuenta.