Las declaraciones de Jorge Sharp

 

 

 

 

 

Gonzalo Ibáñez Santamaría


Las semanas transcurridas desde que se declaró la pandemia muestran varias realidades. Una de ellas, es la inutilidad de la oposición. Venía lanzada a la conquista del poder después del estallido de violencia del 18 de octubre. Ya cantaba victoria, cuando se interpuso el corona virus. No le quedó otro camino que detener la violencia, terminar con las concentraciones y con la toma de calles y caminos. Después, ha venido una etapa donde ha quedado al descubierto cuán vacía de ideas ella estaba y lo sigue estando. Es lo que no puede dejar de reconocer una de las figuras de esa oposición, el alcalde Jorge Sharp de Valparaíso: “Hoy la oposición no existe. No está a la altura de la crisis sanitaria que vive el país”.*

La terrible emergencia por la que atravesamos no deja espacio para slogans, ni para vociferantes demandas que, de ser aceptadas, llevarían al país a la quiebra. Y menos acepta actos de violencia irracional como los que sucedieron ese 18 de octubre y en los meses siguientes.

Hoy día se necesitan ideas que nos ayuden a salir airosos de este trance tanto en su aspecto sanitario como en sus consecuencias económicas que cada día se advierten más duras. La situación no deja espacios ni para ensoñaciones ideológicas ni para arrebatos populistas que son los que nutren el discurso habitual de esta oposición. No hay soluciones mágicas para nuestros problemas. Está claro, por ejemplo, que de nada servirá cambiar la constitución política en uno u otro sentido y, por eso, hablar hoy día del plebiscito está tan fuera de lugar como ponerse a hablar de un viaje a la estratósfera.

Y, frente a esta realidad, ¿cuál es la respuesta de la oposición? La nada y un silencio que demuestra su vacío de ideas, de proyectos y de proposiciones realistas y concretas. Lo que vemos es el fracaso de los discursos socialistas que, en tiempos normales, ofrecen como panacea universal el manejo estatal de todas las actividades sociales: educación, salud, economía, industrias, agricultura entretención, etc. Y que condenan por malvadas y explotadoras todas las actividades de particulares. Un discurso cuya arma es la de atizar los conflictos sociales aun a costa de la paz y de la justicia hasta lanzar a un grupo de ciudadanos contra los otros aunque se masacren. Hoy, en cambio, es el momento de activar todas las fuerzas sociales tanto las del sector público como también las del sector privado, ambas en estrecha unión. La evidencia de esta verdad ha dejado sin habla a la oposición. Y ha provocado que, cuando habla, nadie la escuche, incluso cuando el hablador sea Jorge Sharp. Muy valioso el reconocimiento que este hace de la inutilidad de la oposición, pero en esa misma oposición está él, el más perfecto inútil de los alcaldes que Valparaíso ha debido sufrir.

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