Gonzalo Ibáñez Santamaría


 Es, sin duda, la reflexión que provocan algunas de las palabras vertidas por el Ministro de Hacienda Ignacio Briones en la última reunión de ICARE, celebrada en videoconferencia. En ella, Briones fue invitado, como correspondía, en su calidad de Ministro de Hacienda, encargado de las finanzas públicas y, en las actuales circunstancias, encargado de moderar el impacto terrible de la epidemia de corona virus y de preparar al país para retomar una senda de crecimiento una vez que se restablezca la normalidad.

En estas materias, se ha demostrado como el hombre adecuado en el lugar y en el momento adecuado. Con mucha frialdad, pero con mucha prudencia y energía ha manejado la situación de modo el país pueda seguir andando y sortear así el mortal escollo que apareció en su camino. Su lema: “hay que preservar la vida, pero también los medios para esa vida” es un ejemplo de tino y, por eso, la flexibilidad para decretar y para levantar cuarentenas y, ahora, para iniciar un lento pero seguro retorno a las distintas actividades.

Cumpliendo con la tarea de explicar esta muy difícil ecuación, se permitió sin embargo salirse de su tema y, sin que nadie se lo pidiera, se le ocurrió pasar un aviso promoviendo el regreso del país a la discusión constitucional y la realización del plebiscito postergado ya para el próximo mes de octubre. Esto fue claramente un desatino, porque en las circunstancias actuales el país no puede gastar ni tiempo ni fuerzas en temas distintos al de cómo superar el trance que vivimos. Y en ese punto, el debate constitucional no sólo sobra sino que molesta y entraba. Para que decir, la eventual realización del plebiscito. Cuando se saben las cifras que va a costar, la única reacción normal es la de aplazarlo sin fecha hasta que el país vuelva a generar tantos ingresos como para darse un “gustito” de esa índole. Hoy, gastarse todo ese dineral en ese plebiscito, sólo significa dejar en la miseria a muchos de nuestros compatriotas.

Por último, un proceso como el previsto para dotarse de una nueva constitución, que va a durar dos años, sólo traerá incertidumbre provocando una dificultad a veces insalvable para atraer inversiones al país. Embarcarse en ese proceso sólo va a significar un retraso enorme en el camino para recuperar la normalidad.

Hablando así el ministro no hizo más que ratificar cuán cierto es el viejo refrán popular: “pastelero a tus pasteles”.

Fuente: https://www.facebook.com/gonzaloibanezsm/

.