22 de abril 2020 ·
Gonzalo Ibáñez Santamaría
El silencio oficial que ha rodeado el fallecimiento de Sergio Onofre Jarpa, como si hubiera muerto un desconocido, no ha pasado desapercibido. Sucede que si Chile ha podido ser durante estos cuarenta años un país libre y soberano ello, en gran medida, se debió al esfuerzo, la clarividencia y la valentía de personas entre las cuales destacó de manera muy nítida Sergio Onofre Jarpa.
Y eso debe recordarse ahora cuando quedó a la vista de todos cómo, lo que con tanto esfuerzo construyeron Jarpa y los suyos, se vino dilapidando en los últimos 25 años, es decir, desde que Jarpa dejó la política activa, hasta el punto de privar al país de casi todas sus defensas. La explosión de violencia que se produjo el 18 de octubre pasado y que se prolongó hasta la aparición del corona virus pudo suceder por eso, porque Chile había perdido sus defensas. Y en ese proceso lamentablemente participaron varias figuras que se habían destacado al lado del mismo Jarpa o que surgieron gracias al esfuerzo de Jarpa.
Contrasta así el silencio de Sebastián Piñera de cara a Jarpa, con su locuacidad de cara a Patricio Aylwin. Le faltaban palabras para alabarlo, cuando Aylwin, secundando a Frei Montalva, fue uno de los que entregó el país al marxismo de Salvador Allende. Por eso, en definitiva, Chile ha llegado de nuevo a una situación en la que la repetición de la experiencia marxista se ha hecho enteramente posible. El camino de la democracia cristiana en Chile, sea como partido o como mentalidad, bajo un líder o bajo otro, es el camino que ayer como hoy día conduce indefectiblemente al marxismo.
Sin duda, tendremos ocasión de echar mucho de menos a políticos del fuste de Sergio Onofre Jarpa.
@gonzaloibanezsm.
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