Gonzalo Ibáñez Santamaría
Finalizando una larga vida -99 años- ayer falleció don Sergio Onofre Jarpa. De él, por cierto, se puede decir mucho. Su carácter alegre, muy identificado con las tradiciones de nuestra patria, por ejemplo. Pero, lo que sin duda queda para la historia, es la tarea que cumplió para evitar que Chile cayera en el pozo negro de una dictadura comunista en 1973 y, después, para dar forma, desde el régimen militar, a un régimen de democracia que tuviera en cuenta no sólo los requerimientos de la teoría sino, asimismo, los requerimientos que exigía la historia reciente de nuestro país.
Nuestro personaje aparece en la vida política de Chile a mediados de la década de 1960. Los partidos políticos tradicionales Conservador y Liberal acababan de sufrir una enorme derrota a manos de la democracia cristiana. Por lo mismo Chile requería la organización de una fuerza política que fuera capaz de contrapesar al ideologismo de esta última y la presión de los partidos marxistas para llevar sus teorías de enfrentamiento social al extremo. Fue así como don Sergio, representando una fuerza nacionalista, en conjunto con representantes de lo que quedaba de aquellos partidos tradicionales -entre otros, mi padre Pedro Ibáñez Ojeda- formaron el Partido Nacional, iniciándose así la recuperación de ese sector político. A muy poco andar, pudo advertirse cuán importante fue ese paso. El ideologismo extremo que dominaba a la democracia cristiana la condujo a una política que solo hizo pavimentarle el camino al marxismo, hasta provocar una situación de severo descalabro del país. El partido Nacional se irguió como una alternativa de moderación y de sensatez. Pero, no bastó para evitar que el marxismo con Salvador Allende a la cabeza, triunfaran en 1970, iniciando así el último capítulo de una práctica política que amenazaba con la ruina completa del país y su subordinación a la Unión Soviética de entonces por la vía de convertirlo en una segunda Cuba.
Fue el momento en que Chile pudo apreciar la envergadura de un personaje como Sergio Onofre Jarpa que se la jugó entero para evitar ese desenlace hasta que las Fuerzas Armadas y de Orden se decidieron a intervenir el 11 de septiembre de 1973.
Después, durante el gobierno militar, le correspondió asumir el Ministerio del Interior en medio de la crisis de 1982. Fueron momentos muy duros, pero su habilidad política le permitió tanto al gobierno como al país salir adelante. Se convirtió así en un factor esencial del plan de transición hacia un régimen civil diseñado desde el mismo gobierno militar, teniendo en cuenta la teoría, pero también las experiencias vividas por Chile.
En esta perspectiva, contribuyó de manera decisiva a la formación de lo que devendría en la organización del partido de Renovación Nacional entre cuyos objetivos estaba el de preservar la exitosa herencia que dejaba el gobierno militar. Con posterioridad a la transición de 1990, formó parte del Senado por lo primeros cuatro años y después, con la convicción de que su misión estaba cumplida, se retiró de la política activa, pero se mantuvo como un apreciado consejero en esas materias. Fue así, lentamente, abandonando la escena de la vida pública concentrándose en su vida privada y familiar. Así lo sorprendió la muerte.
En el momento de su adiós, un recuerdo agradecido a quien, cuando Chile lo necesitó, no vaciló en dar un paso al frente y luchar sin descanso hasta que vio a su patria a salvo.
Fuente: https://www.facebook.com/gonzaloibanezsm/posts/2622017931345452?__tn__=K-R
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