Gonzalo Ibáñez Santamaría
La súbita aparición de la epidemia de coronavirus trajo como consecuencia inmediata que todos los problemas, todas las urgencias y todos los enfrentamientos que surcaban en ese momento por nuestro país pasarán irremediablemente a segundo plano.
De hecho, la declaración de estado de catástrofe, de estado de queda y de confinamiento de la población, en algunos casos absoluto, detuvieron de un día para otro la implacable ofensiva de violencia y vandalismo de que era víctima nuestro país a partir del pasado 18 de octubre. Sus mentores y sus ejecutores guardan ahora con escrupuloso cuidado las medidas de aislamiento y se recogen en sus moradas con ejemplar disciplina. Las apariencias dicen que están dócilmente entregados al cuidado de las FF.AA. y de Carabineros, olvidando que hasta hace poco, como nada, escupían a sus integrantes y les tiraban bombas molotov para, literalmente, quemarlos.
Pero, no podemos engañarnos ni, menos aún, dormirnos en los laureles. Las consecuencias de la pandemia que nos azota son extremadamente graves y ya está a la vista como ella afectará a nuestra economía y a la economía de todos los hogares y familias chilenas. Esta situación configura un nuevo campo de cultivo para sembrar el germen de la discordia y para enfrentar a unos chilenos contra otros. Las fuerzas marxistas, que fueron las que estuvieron detrás de la violencia que comentábamos, está muy atentas a aprovechar estas nuevas circunstancias y así, volver a la ofensiva.
La táctica marxista es la de suscitar y atizar los enfrentamientos entre quienes formamos una misma comunidad. Así, en el siglo XX buscó lanzar a obreros y campesino contra el resto de la sociedad y, ahora trata de provocar similar conflicto entre varones y mujeres, entre niños, jóvenes y adultos, entre los de una raza y otra, entre los de un color y los de otro. Aparentemente, el marxismo se pone del lado de quienes son los más débiles y que, según sus palabras, habrían estado hasta entonces en condición de oprimidos. La verdad, es que pretende utilizarlos como carne de cañón para que le hagan el “trabajo sucio” y así alcanzar sus propósitos de dominio universal. El marxismo está al acecho. Desde luego, criticando toda la estrategia para enfrentar la pandemia y haciendo al ministro Mañalich la bestia negra de sus ataques.
Por eso mismo, para enfrentar esa estrategia, la orden del día es la de solidaridad con los que van sufriendo las consecuencias de esta catástrofe. Que de ninguna manera queden en una situación que los empuje a la desesperación y a la violencia. Es el bien de ellos el que está en juego; pero, asimismo, el bien de toda la comunidad y de cada uno de nosotros sus integrantes.
Fuente: https://www.facebook.com/gonzaloibanezsm/
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