Gonzalo Ibáñez Santamaría


El alcalde de Santiago Centro, Felipe Alessandri, ha anunciado que votará por la opción "apruebo" el próximo 26 de abril y que hará campaña por esa opción. Su primer paso: calificar de “espurio” el origen de la actual constitución y que ella, por lo tanto, más allá de eventuales bondades de su contenido, dividiría a los chilenos. Además, calificó de “momificados” que no quieren que nada cambie a quienes votaremos por la opción "rechazo".

Lo único que queda claro con sus dichos es que el alcalde Alessandri esta vez dejó atrás la línea de lo racional, pasando con todo a la de la tontería. Porque no de otra manera puede calificarse a quien califica la actual constitución como él lo ha hecho, cuando ha desarrollado toda su carrera política al alero de esa constitución ¿En qué estaba antes que no se había dado cuenta de lo que ahora afirma con tanto énfasis? Probablemente, como casi todos, viviendo muy unido con el resto de los chilenos durante estos 40 años en los cuales nunca, hasta ahora, el tema constitucional ha sido motivo de efectiva división. Sobre todo, si se tiene en cuenta la reforma que le introdujo en 2005 el ex presidente Lagos, hasta el punto de que esa constitución lleva ahora su firma. Y, como país, hemos progresado a partir del ordenamiento jurídico del cual ella ha sido la base. Por lo demás, todas las mediciones democráticas hechas hasta ahora -elecciones y encuestas- han demostrado que para los chilenos el cambio constitucional está en el último lugar de sus preocupaciones.

Sólo la violencia lo ha traído al primer plano, hasta el punto que votar "apruebo" significa, desde luego, validar esa violencia. Por lo demás, tampoco parece que su contenido requiera de cambios que no puedan hacerse de acuerdo a sus propias reglas sin necesidad de provocar la incertidumbre que hoy reina, con el daño enorme que sufre el país por el procedimiento elegido.

Por eso, votar la opción "rechazo" no sólo no es signo de momificación sino de mínima prudencia; esto es, de no arriesgar la suerte del país en un procedimiento que, partiendo de una hoja en blanco, puede llevar a Chile a cualquier lado, incluyendo el despeñadero. Chile ya probó lo que era embarcarse en un cambio por el cambio sin medir las consecuencias. Fue la experiencia que nos condujo al régimen marxista de 1970 y no tenemos para qué repetirla. No se trata de negar el cambio sino de conducirlo de manera adecuada al bien del país. En la alternativa actual, votar por el "rechazo" es el primer paso en ese camino.

Es lo que a mí me aconseja la prudencia y, a pesar de las diatribas de Alessandri, es ese el consejo que yo voy a seguir.

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Fuente: https://www.facebook.com/gonzaloibanezsm/

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