28 de febrero, 2020
Enrique Subercaseaux
Director Fundación Voz Nacional
Se opina con largueza y liviandad. Ahora parece, con el tema del “coronavirus”, que han florecido miles y miles de expertos en medicina y en epidemias bronco-pulmonares. Para un tema científico, es asombrosa la facilidad como se inventan estadísticas, se aplican análisis en los cuales el rigor es inexistente. Se polariza el mundo en cuanto a buenos y malos. Blanco y negro (…) Me parece aún más interesante que la enfermedad, cómo se van repitiendo y validando las tretas y argucias de la prensa multinacional y las grandes cadenas informativas.
En Chile, dada nuestra “revolución” en curso, bien conocemos la fuerza e interferencia con la verdad de la prensa establecida. Se falsean datos, se buscan y exhiben medias verdades, se exacerba la paranoia y se opina.
Sí. Se opina con largueza y liviandad. Ahora parece, con el tema del “coronavirus”, que han florecido miles y miles de expertos en medicina y en epidemias bronco-pulmonares. Para un tema científico, es asombrosa la facilidad como se inventan estadísticas, se aplican análisis en los cuales el rigor es inexistente. Se polariza el mundo en cuanto a buenos y malos. Blanco y negro.
No entraré yo, no soy doctor (ni siquiera tengo un título falso de esta noble especialidad) a analizar el fondo del tema. Ya hay mucha información dando vueltas. La tarea de cada cuál es tratar de discernir la buena información de la mala.
Pero si me parece aún más interesante que la enfermedad, cómo se van repitiendo y validando las tretas y argucias de la prensa multinacional y las grandes cadenas informativas. Ya lo había observado, hace años en CNN y las demás cadenas a propósito de la crisis asiática de 1997, y de la Gripe Aviar el 2002/2003.
Primero emerge el fenómeno. Se testea el mercado y se constata -o no- si la opinión pública, regional primero, y global después, se interesa en el tópico.
En este caso, una vulgar gripe, de una variedad nueva, para la cual la cura es aún un enigma, es un tema atractivo y vendedor. Elías Canetti ya nos lo ejemplificó en su magna obra “Masa y Poder”: el temor hacia lo desconocido es una fuerza que mueve montañas, y permite a los líderes (en este caso de opinión), amoldar conciencias y dirigirlas a conclusiones preestablecidas. Primero se elige el tópico, que luego se va moldeando para que converja con un mensaje preestablecido, o una realidad que se pretende cambiar.
Al ser un tema médico, interviene la Organización Mundial de la Salud, de triste memoria en su manejo de la Gripe Aviar antes mencionada. No debería extrañarnos hoy día, cuando por experiencia bien sabemos que las diversas agencias de Naciones Unidas han demostrado una y otra vez su incapacidad en el manejo de las crisis, y su sobre ideologización en el tratamiento de las mismas. Falla el análisis, las medidas paliativas y el gasto, gigantesco, solo sirve para aumentar aun más la burocracia internacional.
En esta crisis, el origen ha sido China, que, si bien fue lenta en reaccionar ante la emergencia, ha sido luego rápida y muy decidida en tomar medidas draconianas que solo un estado muy grande y muy controlador puede permitirse. Evidentemente, como en todas las enfermedades, ésta se ha ido propagando por el mundo, abarcando hoy todos los continentes.
Aún no hay un dictamen unánime (hay multiplicidad de opiniones científicas) y, por lo tanto, no existe un horizonte de solución a la vista.
Durante la Gripe Aviar del año 2002/2003, se chapoteo en las tesis más variadas, llegándose a sacrificar, por “ordenamiento administrativo” a las mascotas en China, que fueron virtualmente diezmadas. Al final, se cayó en la cuenta que ellas fueron el “pato de la boda” y nada tenían que ver en el origen y cadena de contagios de la misma. Pero pago moya. Al final, el epílogo de aquella “pandemia” fue la inversión de millones de dólares de organismos multilaterales para desarrollar una vacuna, y distribuir administrativamente las dosis necesarias por el largo y ancho mundo, para que estas mismas no fueran utilizadas y todo fuera dinero tirado a la basura. Nuevamente, sin responsabilidades administrativas. Un gran negocio para algunos pocos.
El mundo precisa de noticias frescas todos los días. Así la prensa vende y mantiene su rol de supremacía e influencia. Por ejemplo, ante el primer caso de coronavirus en Brasil, la bolsa de Sao Paulo cayó en un 7%. Nótese, un caso, y no una muerte. Hay muchísimos casos todos los días de enfermedades, nuevas y antiguas, que no merecen este tratamiento sistemático en la prensa. Es evidente: se necesita “desarrollar un tema” y venderlo de manera específica y machacona, para exprimirle todo el valor que el misma encierra. Hasta que aparezca otro tópico, y vuelta y dale con el mismo ciclo.
Veremos qué pasa en Chile al respecto. Hasta puede que este tema de salud pública descarrile el tema “constitucional” que ya está en la uti con respirador artificial (y eso que recién se inicia la campaña Apruebo/rechazo).
Es sintomático. Otro ejemplo más. Ante malas noticias globales, las bolsas suben o bajan (depende de cuáles). Y es en estas subidas y bajadas donde se moviliza el dinero, que circula de un estanco a otro, produciéndose el gran negocio financiero. Es decir, las bolsas suben o bajan alimentadas por rumores, información manipulada, no hechos mensurables. Especulación, pura y dura. El juego y manipulación de lo desconocido.
Primera pasada la subida, segunda pasada la bajada y así sucesivamente en progresión ilimitada. Rara vez el sector financiero produce valor puro y duro. La especulación financiera se parece mucho a la especulación política.
En el caso del virus que nos atañe, innumerables son las teorías conspirativas que abundan. El “juego de tronos político en China”, siendo el favorito. La verdad es que, así como se entró a la crisis, se saldrá de ella. Las crisis son fuentes de oportunidad, como dice un propio dicho asiático.
Curiosamente, las fuentes abiertas de esta especulación política son, en su gran mayoría, de sectores, o nacionalidades, que albergan el mayor interés por cambios bruscos en la política de ese país. Pero, ciertamente, ello no se sucederá.
La crisis del “coronavirus” ha puesto en relieve la divergencia que aun se mantiene entre dos maneras de analizar y encarar las emergencias nacionales: la oriental y la occidental. Donde se contraponen distintas maneras de analizar la realidad. El diseño de estrategias para sortear con éxito la crisis y el manejo de información para de esta manera reducir o dirigir el impacto en la opinión pública.
El poder de la prensa: ya lo glosó magníficamente Orson Welles en su película “ciudadano Kane”. Todo un clásico. Hay cosas que simplemente no cambian, y que abarcan un amplio espectro del ámbito político.
Es interesante y aleccionador constatar el contraste en el manejo de crisis entre Japón y China. Dos sistemas políticos contrapuestos y que, sin embargo, cultivan el interés colectivo por sobre el individualismo. En el caso de Japón, es la ciudadanía, como un colectivo, que intuye el desarrollo del comportamiento grupal y lo sigue. Con gran elasticidad. La burocracia gubernamental solo diseña un marco de acción administrativo. En el caso de China, el colectivo espera la acción decidida y señales gubernamentales para ver cómo se reacciona y se vive el día a día.
Es la diferencia en los distintos grados de libertad que se disfrutan en ambas sociedades. Y es, en ultimo término, el distinto grado que existe en la recolección, procesamiento y aplicación de la información que recolecta cada individuo y que proyectan hacia la comunidad. Esto, yuxtapuesto con un sistema educativo muy sólido que les permite acumular, procesar y entender el conocimiento, además de aplicarlo a lo cotidiano.
Es, al fin de cuentas, lo que diferencia a las sociedades exitosas y maduras, de aquellas mas imberbes y caprichosas.
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