Cristián Labbé Galilea
Compleja época la nuestra. Cada vez con más frecuencia somos afectados por la desazón que genera comprobar cómo los ardides de “zorros embaucadores” parecen imponerse sobre la ley y la justicia que debieran regir en el orden social.
Son muchos los casos en que se percibe una cierta cojera, hacia la izquierda, en materias referidas a la justicia. Sólo en estos días varios episodios lo confirman.
Terroristas que han protagonizado hechos de violencia en la Araucanía, que han sido sorprendidos ingresando armas y explosivos de alto poder, y que han incendiado maquinarias y propiedades, son vistos como meros delincuentes, quedando rápidamente libres e impunes.
Otra situación en que estos mismos “zorros timadores” se aprovechan de la contingencia, es la utilización de la inexplicable existencia en el país de dos sistemas judiciales muy diferentes entre sí, dándose maña para: perseguir políticamente a los militares; lograr para ellos injustas condenas y, por esa vía, conseguir jugosas indemnizaciones.
Dos contextos diferentes pero que tienen un origen común: una izquierda pretende alterar el régimen constitucional que rige nuestra sociedad y de paso, perseguir sin tregua a todo aquello que huela a militar, y; la existencia de instituciones de la sociedad política que se cobijan en una injustificable candidez (léase: Poder Ejecutivo y Legislativo, partidos y movimientos políticos, academias y universidades, colegios gremiales y ONG´s).
Es legítimo entonces preguntarse: ¿Qué pasa con el Estado de Derecho? La respuesta es muy clara, “¿Cuál estado de derecho?”
El problema está en que son muchos los que piensan así, pero son pocos los que están dispuestos a sostenerlo, porque: “es un peligro tener razón en una sociedad donde el Derecho está en entredicho”…
Avalan lo anterior varios casos, pero por ahora sólo dos: uno, la pugna de competencias del Tribunal Constitucional con la Corte Suprema, y dos, la no igualdad ante la ley que pesa sobre los chilenos, ya que unos pocos -los militares- son juzgados por un sistema antiguo y obsoleto, mientras todo el resto es juzgado por un sistema procesal penal moderno y remozado.
No hay quien discuta que el antiguo sistema, hoy aplicado sólo a los militares, era inquisitivo e injusto, y que presentaba múltiples inequidades como la ausencia de salvaguarda de las garantías y de los derechos del acusado, entre otras, lo que daba pie a abusos y enfados.
Es legítimo entonces preguntarse: Si nadie discute lo anterior, ¿por qué la sociedad política lo permite…? Ahí está la cuestión, ¿Hay Estado de Derecho o No hay?
Mientras esperamos respuesta a ésta y a otras dudas que tenemos, hay que perseverar con dignidad y coraje, pero siempre pensando positivo porque… “no hay zorro tan sagaz, ni mentiroso tan perfecto, a quien no se le pille”. La izquierda y sus adláteres se pueden dar muchas mañas para tratar de engañar a la sociedad, pero el “león de la justicia” aunque ande cojeando, siempre va a alcanzar la verdad, restableciendo así…. el orden y el derecho.
.