Cristián Labbé Galilea

Nuestra capacidad de asombro, que parecía agotada, en estos días se ha visto nuevamente superada… al comprobar una extraña paradoja: la izquierda, que ha buscado siempre aparecer como la adalid de la libertad, la democracia, la institucionalidad y la paz… aparece en los hechos, como: la gran aval de los regímenes totalitarios, la que promueve la intervención militar y la que siembra la violencia como vía para desafiar a la autoridad establecida… ¿No es eso una paradoja? ¡Obvio que sí!

Nos hemos ido acostumbrando a aceptar que quienes son ligeros para calificar de totalitarios, fascistas, ultras, intolerantes y otros epítetos similares, a todo aquel que no piensa como ellos, hoy aparecen visando democracias tan espurias como la de Venezuela o haciendo la “vista gorda” frente a la violencia y las violaciones a los derechos humanos.

Escépticos ante esta tesis algunos parroquianos, que siempre se refugian en la posición políticamente correcta, estimaron que lo dicho era una caricatura o, al menos, una exageración del sino de los tiempos…

Cambiaron su percepción los presentes al analizar la visita de la Alta Comisionada de la ONU (la señora Bachelet) a Venezuela y los efectos que ésta tendría. Argumentos más, argumentos menos, se coincidió en que su intrusión en ese país sólo lograría fortalecer a Maduro.

También fue materia de larga discusión el que la izquierda, que dice ser la legítima representante del pueblo y de la paz ciudadana, aparezca vinculada al narcotráfico, al fraude electoral, a la violencia en los colegios y al terrorismo en la Araucanía, sin que eso le afecte mayormente dada la apatía de la autoridad y la complacencia de los políticos.

Pero sin dudas lo que acaparó el máximo tiempo de nuestra conversación y lo que más impresionó a los contertulios fue el que el ex presidente Ricardo Lagos, en un arresto de sinceridad, señalara que los militares venezolanos debían actuar en contra del régimen de Maduro y en defensa de la Constitución.

Tal como se lee… y aunque usted no lo crea, quien ha posado de ser un crítico implacable de los militares y de lo sucedido en nuestro país el año 73, sin que nadie se lo pidiera, hoy aparece “motu proprio” pidiendo la intervención militar en Venezuela y de paso legitimando la acción de las fuerzas armadas chilenas.

Pareciera que el tiempo y las canas le han hecho ver al señor Lagos que los militares, en aquellos países donde se les respeta, son los naturales garantes de la libertad de una nación y del orden institucional, y en aquellos lugares donde se les corrompe y se les interviene, son la peor de las pesadillas.

Al final de una larga jornada, los parroquianos pudieron concluir que a través de una simple frase y de una curiosa paradoja se puede explicar lo vivido por nuestro país en los años 70 y siguientes, y tal como alguien irónicamente sugirió:  la mentira y el engaño son como el yogur, tienen fecha de vencimiento.

 

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