Cristián Labbé Galilea


Complejo mundo el de hoy. Todo pareciera estar enrarecido por la cantidad y calidad de información que nos bombardea a diario… Hoy existe acceso (casi) ilimitado y en tiempo real al acontecer nacional e internacional, lo que garantiza y fortalece el valor de la libertad, pero, al mismo tiempo, permite que mentes perversas y personas inescrupulosas propaguen: “fake news”, verdades a medias y/o mentiras enteras.

Hoy “la razón” cede paso a “la emoción” … Es la famosa posverdad que hace difícil, a los “ciudadanos de a pie” y a los jóvenes -principalmente a “los hijos del bienestar”-, distinguir lo verdadero de lo falso, los hechos de los rumores, las certezas de las especulaciones… y, en definitiva: la verdad de la mentira.

Tal reflexión permite recordarles a aquellos incrédulos, escépticos, ingenuos e incluso “soñadores”, que cuanto se les advirtió en su oportunidad no era “capricho de añejas nostalgias del pasado”, sino el desesperado llamado a defender 200 años de historia institucional y vida republicana.

Una vez más queda demostrado que: “la mentira y el engaño son cojos” (tarde o temprano la verdad los pilla).

En estos días, lo anterior se ha vuelto a confirmar. A tres años de la revuelta del 18.O y del Acuerdo del 25.N, vino al país el ex vicepresidente de Bolivia (Alvaro García Linera) quien, sólo como expresión de su soberbia, confesó que los verdaderos propósitos del Proyecto de nueva Constitución, impulsado por la izquierda radical y apoyado por el gobierno, eran: “copar el poder y poner un cerrojo al orden institucional, llevar adelante una revolución constitucional y refundar el país” (sic).

Fueron muchas las cosas que dijo García Linera, entre otras: que estaba triste porque se había perdido el plebiscito; que la propuesta de la Convención era una copia de la Constitución Boliviana (¡Oh my God!), y; que aquello que había nacido de una revuelta, no debió defenderse con argumentos legales (¿un llamado a la insurrección?) …  “A confesión de partes, relevo de pruebas”.

Dicho lo anterior, esta didáctica pluma advierte a sus siempre atentos parroquianos (especialmente los más jóvenes) que lo que hoy está pasando corre por el mismo “carril del engaño”. Basta escuchar a la derrotada candidata comunista a presidir la Cámara de Diputados, decir que: “ante la “guerra” que se le ha hecho al P.C., se van a recuperar y que no van a cambiar un ápice sus objetivos y convicciones” (sic).

Si a algún incrédulo lector aún le quedan dudas de hacia dónde van las misas, sería conveniente que se despojara de su candidez y comprobara cómo el gobierno, con un discurso (engañosamente) morigerado… sigue avanzando en sus propósitos refundacionales: “Sin prisa, pero sin pausa”.

Finalmente, son muchos los ejemplos que se pueden dar: pensiones, carabineros, pitutos, presupuesto, etc., donde las autoridades de gobierno dicen: “no… pero sí”, y quien lleva la batuta es el mismísimo Presidente, quien, con cierta claridad, pareciera decir a diario: ¡Hoy lo niego… mañana lo hago!

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