Cristián Labbé Galilea
No debiera sorprendernos que, mientras más cerca se esté de la definición sobre las proposiciones de la Convención, aumenten las tretas, los ardides, las artimañas, las campañas de desinformación y demases… Lo que sí debiera preocuparnos es que todavía existan “personas cuerdas” que no entiendan la coyuntura institucional, política y económica que estamos viviendo, y que, además de lo que ven a diario, se dejen engañar por un lenguaje contracultural y un discurso progresista.
Habiendo legalmente sólo dos opciones claras y concretas en el plebiscito de septiembre, “Rechazo o Apruebo”, cualquier persona medianamente hábil puede deducir que los “señores políticos”, ante el incierto escenario que se les avecina, “se dieron maña” para ocultar con “sayos vagos” dichas alternativas inventado opciones que no existen, algo así como el “Apruebo… para modificar” y el “Rechazo… para reformar”.
No se confunda mi sagaz contertulio, no hay más que dos posibilidades: Rechazar o Aprobar. ¡Las otras artimañas… son inexistentes!
Resulta inaceptable, por lo mismo, que un grupo -que se mueve entre lo bufo y lo trágico- intente disfrazar con “sutiles maquillajes” un proyecto que, por sus rasgos grotescos y absurdos, literalmente no sea más que un “esperpento” al que, como reza el refrán… "aunque lo vistan de seda, ´esperpento´ queda".
Como esta optimista pluma piensa que, en todo, siempre hay alguna arista positiva, deduce en este caso que: buscar disimular las opciones legales con “otras derivadas” viene a confirmar que realmente “nadie quiere” el proyecto de la Convención. ¿Qué duda cabe? Todos lo quieren modificar, y…cuando a alguien no le gusta o no quiere algo, lo que corresponde es simplemente… ¡Rechazar!
Surge entonces la gran interrogante: ¿cómo abrir los ojos a los miopes, especialmente a esos “jóvenes hijos del bienestar” y, ¿cómo imprimir valor a ese “conservador ingenuo” (que otros llaman peyorativamente “la derechita cobarde”), para que no se deje influir por la “campaña del terror” montada por la izquierda…?
La respuesta no es fácil si se piensa que, por un lado, serán pocos quienes leerán el proyecto de la Nueva Constitución, y que descubrirán por ellos mismos los alcances refundacionales que intenta establecer la izquierda radical y, por otro lado, que habrá una mayoría que “seguirá las aguas” de sus referentes: públicos o privados; gremiales o independientes; analistas o comentaristas; académicos o intelectuales… ¡Vaya desafío!
Agreguemos además que, en la actualidad, al ser “la emoción” más que “la razón” la que seduce a los electores… el reto se hace aún más complejo.
Cualquiera que sea la situación, hay que ser optimistas. Sobran los argumentos razonables y racionales para “Rechazar”; ni qué decir, desde la perspectiva de las emociones, los casos y situaciones que a diario se conocen son concluyentes.
Para muestra un botón… la señal dada, con diferentes matices y razones, por los expresidentes al restarse del acto de entrega del proyecto de nueva constitución, la puede interpretar hasta el más “quedado en las huinchas” … Simple y claro: ¡A buen entendedor, pocas palabras!
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