Cristián Labbé Galilea


Un reflexivo columnista comparó nuestra situación con la vivida por Alemania durante la República de Weimar, entre la Primera y la Segunda Guerra Mundial (1918- 1939), cuando, después de duros sacrificios, el pueblo alemán consiguió prosperidad, crecimiento y desarrollo; sin embargo, en el mismo periodo se desarrollaron interminables luchas políticas intestinas, las que terminaron en un colapso total del sistema, generándose un llanterío descomunal… ¡Habían perdido todo lo logrado!

Siendo muchas las analogías con las que se puede relacionar nuestra contingencia… en esta oportunidad se me vinieron a la mente pasajes y mensajes de “Zorba el Griego”, especialmente aquellos momentos en que el pueblo entero espera la inminente muerte de la Bubulina, mientras se iban acercando solapadamente a la casa de la moribunda -sin importarles que aún le quedara un hálito de vida-, prestos a apoderase de cuanto allí había. Todo esto mientras “chismosas arpías”, cual matinales y comentaristas de T.V., buscaban generar un ambiente desolado.

Pienso que, al igual que en Zorba, a nuestra institucionalidad le queda apenas un soplo de vida, cosa que a pocos le importa… La mayoría busca acelerar su muerte política y económica para aprovecharse de los últimos despojos de una época de desarrollo y crecimiento, de orden y derecho, para lo cual cuentan con la complicidad de un sector que dice creer en los valores de la “Sociedad Libre” pero que, por intereses electorales, ha renunciado a defender y sostener sus principios.

Vivimos momentos cruciales… se nos muere nuestra institucionalidad. En pocos días el ambiente cambiará radicalmente. Después de las próximas elecciones vendrá la “fiesta de los abrazos”, todos habrán ganado y luego... la cruda realidad.

Como en Zorba, me temo que en los próximos días nuestra sociedad política se dará la maña para, mediante iniciativas que, aunque sean conceptualmente erradas (retiros, ingresos mínimos, bonos…etc.), les permitan obtener algunos dividendos electorales. En el fondo, lo que los políticos están buscando es, al igual que ante la inminente muerte de la Bubulina, hacerse de todos los bienes que nuestra agónica economía ha generado, con el propósito de mantener contento a su electorado, aunque sea a costa de nuestra institucionalidad.

De nada servirán los “mínimos comunes”, las reuniones entre uno y otro poder del Estado, porque, además de las luchas intestinas, la pauta hoy está en manos de unos pocos ineptos e incapaces de la política que desafinadamente suenan como una rara mezcla de Pop, Funk, Jazz, Salsa, Hip-Hop, Reggae… donde dominan el delirio, la inconsistencia, la alucinación y, entremedio… una “loca de patio”.

Queda poco tiempo para hacer algo… En una semana, quienes creemos que no está todo perdido y que nos resistimos a creer que el camino es “sentarse en una piedra a llorar”, como sucedió después de la República de Weimar… debemos convencernos que: para despegar y elevarse… hay que volar contra el viento. Si no lo hacemos ahora, mañana será tarde y estaremos más arrepentidos por lo que no hicimos… que por lo que hicimos.

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