Cristián Labbé Galilea


Sin duda la amenaza más seria que se cierne en estos días sobre nuestra realidad es la -cada vez más frecuente- actitud de algunos políticos que se definen como representantes de las ideas de una “sociedad de libertades” (entiéndase la derecha) pero, sin embargo, mantienen no sólo actitudes ambiguas sobre la materia, sino que también aprueban las conductas de quienes promueven la globalización, el colectivismo y la estandarización de la sociedad (entiéndase la izquierda). Todo porque algún “duende mágico” los convenció que, acercándose a sus adversarios, ganarían reconocimiento, credibilidad y…  uno que otro halago fácil.

Hasta el más novato analista político concluye que conductas, como las señaladas, dan cuenta de un derrotismo de quienes dicen representar las ideas de la libertad, el orden y el progreso; éste se traduce en una suerte de resignación… asumiendo que las ideas de la sociedad libre están superadas en el mundo de hoy, y sustentando la negativa tesis que: “si no vamos hacia el socialismo, vamos hacia la socialdemocracia”.

El mejor ejemplo es el proyecto de ley aprobado esta semana en la Cámara de Diputados, que castiga penalmente a quien justifique, apruebe, o niegue lo ocurrido en el país durante el gobierno militar, y que contó con el respaldo de todos los partidos de la oposición incluidos la Democracia Cristiana, el Partido Radical, el PPD y por supuesto la izquierda más radical… “los paladines de la democracia”.

Lo que impresiona al respecto es la poca conciencia que se tiene sobre los efectos de dicho proyecto, si es aprobado por el Senado, y de la señal que está dando la izquierda.

Si eso ocurriera cualquier persona podría ser encarcelada por discrepar de “la verdad oficial” que la izquierda ha instalado sobre el periodo del gobierno militar (73/90). Nada más contrario a lo que entendemos por una sociedad libre… se trata, ni más ni menos, de una “ley mordaza” que asesta un peligroso golpe a la libertad de expresión, de opinión, de información, a la memoria histórica y muchos otros etcéteras. En definitiva, estamos en presencia de una iniciativa nacida en el corazón del parlamento que viola flagrantemente los derechos humanos… ¡patológico!

Cabe preguntarse ¿Dónde está el Colegio de Periodistas, la Asociación Nacional de Prensa, la Academia Chilena de la Historia? ¿Dónde están los defensores de esa libertad que tanto costó defender, ahora amenazada por un puñado de políticos… inescrupulosos unos e incautos otros?

Pareciera que esos políticos y algunos líderes de opinión del sector, producto del derrotismo y del sometimiento, padecen el “Síndrome de Estocolmo”: experimentan, por un lado, sentimientos positivos hacia quienes “los han capturado” con las ideas de la estandarización, la globalidad y el colectivismo y; por otro lado, padecen un miedo feroz a mostrarse en contra de lo “políticamente correcto, del populismo y de la farándula política”, actitud que tiene muy contentos a quienes los han “capturado” y muy descontentos a sus electores.

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