Cristián Labbé Galilea


Pocos siguieron la discusión del 10% de las pensiones en el Congreso. ¿La razón…? Muy simple, ¿qué sentido tenía escuchar sandeces si se sabían los resultados…? Varios honorables, con el ánimo de “ganar pantalla y popularidad”, habían dado a conocer su posición… Sería la “crónica de un gatuperio anunciado” o, mejor dicho, una versión retocada de la novela homónima del colombiano García Márquez donde, al igual que ahora, la tragedia sucede sin que nadie la evite a pesar de que todos sabían lo que ocurriría.

Los hechos se sucedieron tal cual, sin que argumento alguno hiciera razonar a los legisladores sobre los efectos jurídicos, económicos, políticos e institucionales que tendría la ley. Unos por ignorancia o por populismo, otros por destruir el sistema politico o por lo que sea, lo cierto es que se entró en una encrucijada irreversible.

El brete no es meramente lo económico; aunque es indiscutible que son muchos los millones de dólares involucrados e incalculables sus efectos, y siendo optimistas, ese déficit se puede absorber en el tiempo; sin embargo, lo que no se ha dimensionado es el grave efecto politico institucional que tiene lo ocurrido.

Producto de reiterados desvaríos políticos, de falta de convicciones, de ambiciones personales e inconsecuentes oportunismos, de motivaciones electoreras y del abandono de principios y valores, se entró, hace años, en un espiral político que terminó arrastrando al país a un atolladero del cual es difícil salir.

Por más optimista que quiera ser esta pluma, imposible no admitir que se vienen días difíciles: el 10% no llegará con la prontitud y en los montos anhelados -se acabará más rápido que como llegó-, el desempleo seguirá aumentando, se entregarán ingentes recursos pero todo será poco… La agitación se hará sentir.

Un cambio de gabinete sin un cambio de la forma de gobernar, de nada servirá… Por falta de convicciones (también por temores) lo probable es que no habrá Veto, ni se recurrirá al Tribunal Constitucional; el Covid19 irá perdiendo protagonismo…

Así las cosas, seguiremos inercialmente rumbo a ninguna parte… y, sin darnos cuenta, llegaremos al plebiscito (en agosto comienza la campaña)… y si sospechamos que también será “la Crónica de una derrota anunciada”… ¡la vedette será la Constituyente!

Habremos pasado de un presidencialismo constitucional a un parlamentarismo de hecho, para ir a dar “inocentemente” en una Constituyente, la que se hará de “todo el poder” como ha sido históricamente desde la Revolución Francesa hasta ahora… (Venezuela).

Concluimos en nuestra tertulia semanal que en estos días no hay mucho que aplaudir. Hemos sido testigos no sólo de un golpe mortal al sistema de pensiones, sino de un golpe mortal al orden institucional… A través de un “fraude constitucional” los políticos nos han llevado a un “punto de no retorno”… desde donde no existe la posibilidad de volver al orden institucional que nos dio libertad, estabilidad y progreso, para llevarnos a uno de desesperanza y desaliento… donde nada bueno puede pasar.

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