En estos días un viejo soldado “emprendió el último vuelo” en forma sorpresiva y trágica. Agobiado por el lúgubre escenario que se cernía sobre sus ya cansados pasos y al ver en el horizonte la sombra oscura de un proceso que tenía más visos de persecución y vendetta política que de verdadera justicia… prefirió “despegar anticipadamente” y no darles el gusto a quienes -después de casi medio siglo- han cambiado la historia, movidos por el odio y la venganza.
Lo lamentable de lo sucedido es comprobar que la sociedad -especialmente la comunicacional y la política- demostró, una vez más, su inagotable capacidad… para permanecer imperturbable.
Confieso que lo anterior me produce sensaciones difíciles de explicar. En primer lugar: me abisma la forma en que los hechos del pasado están siendo interpretados y juzgados en la actualidad y, luego, me sorprende la apatía con que los protagonistas del presente valoran: el sentido de la vida, el precio de la libertad, la “justicia justa” y me sorprende su desidia al comprobar que estamos cayendo en la indiferencia, la cotidianidad y el sin sentido…
Basta ver la forma como, en estos días, se recuerdan los 100 años de la Revolución Rusa y los 50 años de la muerte del “che” Guevara… Dos “máquinas de matar” (sic) una, que asoló al mundo por años y que costo millones de muertos y, el otro, un guerrillero que se permitió decir en el plenario de las Naciones Unidas: “¿fusilamientos? Si, fusilamos y continuaremos fusilando mientras lo consideremos necesario”.
Páginas y páginas de los medios de comunicación escritos, horas de radio y televisión, que en pleno siglo XXI registran “románticamente” los hechos, sin dar cuenta de los atroces crímenes que se cometieron por estos dos “fenómenos”, a los que el mundo debió enfrentar con la mejor de sus armas… los valores de la sociedad libre. (Una experiencia por nosotros “archi” conocida…)
El impenetrable silencio de nuestros políticos y lo paradójico de su conducta, me recuerda la novela “El extranjero” del filósofo y novelista francés Albert Camus -publicada en 1942- donde el protagonista es un ser indiferente a la realidad, la que le resulta absurda e inabordable y a quien el progreso lo ha convertido en "extranjero" dentro su propio entorno.
Perfectamente podríamos decir que el personaje de Camus (Meursault) es un fiel exponente del actual “mundo de la posverdad”, donde el ser racional se ha dejado seducir por… la emoción y el “sentimiento del absurdo” (le sentiment de l'absurde) donde las “verdades emocionales” no se condicen con la “verdad histórica”.
Concluyamos que la cotidianidad, el aburrimiento y la desidia han socavando los sentimientos de humanidad en nuestra sociedad y han generado una carencia de valores que consigue transformar la mentira en verdad… con lo cual se controla y se reconstruye el pasado.
De ahí entonces, la desazón y la congoja de ese “soldado del ayer” que “viejo y cano”, se sintió integrando… “Los Batallones Olvidados”.