Columna Semanal:

 

Los primeros días de octubre se han caracterizado por poner a prueba nuestro temple y nuestra capacidad de resiliencia. Se acabó la ilusión de Rusia 2018 y con ello “la pasión por la roja”, ahora, cada uno volvió a su circunstancia. Se desvaneció esa fuerza y esa energía unificadora que hacía irrelevante toda divergencia, entre hombres, mujeres, niños, izquierdas y derechas… Todos nos sentíamos identificados con el sueño de… ¡chileeeno, chileeeno de corazón!... ¡que Chile va a ser campeón!

Poco se demoró en llegar un huracanado ambiente electoral, donde las descalificaciones, las acusaciones y los ninguneos arrecian sin ningún pudor.

Lo más lamentable de este fenómeno es que una vez más confirmamos que la sociedad política está muy alejada de la realidad del ciudadano común y corriente. Los candidatos no tienen ningún recato para ofrecer, para prometer… “todo se va a solucionar cuando yo sea elegido” y lo tremendo es que ellos creen que nosotros les creemos…

Lo anterior no sería tan grave, si no sintiéramos la ausencia de un discurso pacificador, unificador, convocante que (al igual que “la roja”) despertara -no digo pasión, pero al menos- la idea de que las cosas tomarán un rumbo de orden, de estabilidad, de crecimiento, donde cada uno pueda proyectar sus sueños, y no el clima que estamos “respirando”, atiborrado de odiosidad, confrontación, intolerancia e inseguridad.

Enmarañados en la cosa chica -“en hilachas”- algunos candidatos presidenciales, especialmente los que representan a los conglomerados políticos de derecha y de izquierda, se muestran más preocupados de neutralizar a quien pudiera quitarles algún voto, que de transmitir la imagen de un hombre de estado, de un estadista. Es ahí donde aparece con fuerza la firme convicción de apoyar, en primera vuelta, al candidato que represente más claramente las ideas y los valores que uno profesa.

Conscientes de lo seria y efectiva de esta situación, los candidatos amenazados y sus comandos han iniciado una afanosa campaña para desacreditar a sus contendores y para atraer ese “voto valórico”, que no transará con sus principios, y transformarlo en “voto útil”.

Sin dejarse seducir por “cantos de sirenas” de un triunfo en primera vuelta, y por promesas que en el pasado se incumplieron, muchos (especialmente la llamada “familia militar”) han tomado la decisión de purgar los engaños y las falsas promesas, emulando a ese valiente vaquero del oeste de los Estados Unidos -creado por Fran Striker-, que hizo famosa la frase “¡Hi-yo, Silver” (“¡Arre, Plata”), que galopaba en su caballo “Plata”, junto su leal amigo “Toro”, y que, aunque lo llamaran… el Llanero Solitario (The Lone Ranger), él sabía que tenía muchos seguidores a los cuales no podía defraudar, y por eso… su decisión de desafiar “con la verdad” a quienes sólo buscan el poder por el poder.

Fuente: https://www.facebook.com/notes/cristi%C3%A1n-labb%C3%A9-galilea/columna-semanal-hi-yo-silver-arre-plata/1234059216729132/

 

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