Cristián Labbé Galilea


Llegó el otoño y, con él, los días fríos. Las nubes le ponen techo a nuestra realidad y el ambiente se pintarrajea de gris. Curiosamente, en política no ocurre lo mismo; allí la atmósfera se pone cada vez más caliente y fastidiada de futilidad, pequeñez y nimiedad y… escuetamente: de simple tontería. Los “vientos de la ambición”, que predominan en el ambiente político, “despejan” la situación de todo ánimo colaborativo que se requiere ante la emergencia.

El clima definido anteriormente, lejos de desanimar o deprimir a esta pluma, la pone al abrigo de pensamientos positivos y optimistas al recordarle que: con los años entendemos lo que, con esfuerzo y sacrificio, durante la juventud aprendemos.

Es cierto que se aprende pero, en el caso de la política, no siempre se comprende… porque por imprudencia, ambición o simple tontería, suelen repetirse situaciones en las cuales sólo cabe decir las palabras de mi abuela cuando ocurría algo que la enfurecía: ¡No hay derecho…!

¡No hay derecho…! que los alcaldes, especialmente los del sector gobierno, sean los más críticos en momentos donde lo único que importa, por el bien del país, es que al gobierno le vaya bien.

¡No hay derecho…! que el Tribunal Constitucional, tan cuestionado por la oposición, dé un vergonzoso espectáculo porque su presidenta, cercana al gobierno pero asesorada por una connotada izquierdista, quiera lucirse.

¡No hay derecho…! que el terrorismo rural en las regiones de la Araucanía y Bio-Bio se manifieste todos los días con más virulencia y violencia, sin que la autoridad lo enfrente con decisión.

¡No hay derecho…! que, a pesar de la emergencia que estamos viviendo y de los efectos que tendrá en lo económico y lo social, existan organizaciones y personas que se quieran aprovechar del momento.

En suma, no hay derecho… que, en el contexto de una crisis mundial de suma gravedad, se den estas y otras situaciones, demostrando que una minoría de violentistas, dirigentes y activistas políticos, en forma imprudente y con absoluta falta de humildad, “buscan dividendos fáciles en momentos difíciles”.

Son esos personajes los que “nublan nuestro horizonte”, de por sí complejo, y le confirman a la sociedad que hay quienes, sin ningún escrúpulo, prefieren “lucirse en un infierno” que “servir con humildad en… la copia feliz del Edén”.

Por último, donde más evidente queda esta expresión de protesta, este grito de disgusto y de rechazo… ¡no hay derecho!, es ante la mezquindad de la sociedad política para otorgarle a un hombre como Sergio Onofre Jarpa el reconocimiento que se merecía… Unas “migajas de ultima hora” no se condicen con los honores concedidos a otros oscuros personajes claramente antidemocráticos.

Tuve la esperanza que la clase política dejara de lado las pequeñeces, y reconociera a don Sergio su condición de… político de fuste, huaso noble y gran señor… pero pudo mas la mezquindad y la miseria humana… porque, como la esperanza es verde, se la comió el burro.

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